En las oficinas de Casio, la palabra “reinicio” ya no es una metáfora: es un plan de vida. A las puertas de su 80º aniversario (2026), la compañía japonesa afronta quizá el mayor giro estratégico desde que inventó calculadoras portátiles, relojes digitales y cámaras compactas. En una entrevista con el presidente del Consejo, Kazuhiro Kashio, éste pinta un retrato nítido de una empresa consciente de que el tiempo se agota si no cambia su manera de operar.
Kashio reconoce sin adornos que los últimos años han sido duros: retirada de negocios deficitarios, reformas internas y hasta un programa de jubilación anticipada para "soltar lastre" y reducir personal (actualmente en poco más de 8000 empleados, una cifra que muestra una terrible realidad si tenemos en cuenta aquellos tiempos en los que Casio superaba los 20000). Todo ello, afirma, no respondía a una simple reestructuración, sino a la necesidad de preparar el terreno para un nuevo comienzo. Según explica, la empresa ha pasado demasiado tiempo exprimiendo la eficiencia de negocios ya maduros, especialmente la división de relojes, hasta depender casi por completo de ella.
Ese modelo ya no funciona. Casio sabe que no puede vivir de su pasado glorioso y se marca un objetivo mucho más ambicioso: dejar de “responder al cambio” y empezar a “crearlo” por sí misma. Es una declaración de intenciones que atraviesa toda la entrevista y que define lo que vendrá: un viraje hacia la innovación real con una visión a medio y largo plazo, y no solo medidas tácticas para salvar beneficios del trimestre.
El plan, según detalla Kashio, pasa por varias capas. La primera es cultural: abandonar la mentalidad heredada que priorizaba la optimización de cada división aislada y avanzar hacia una organización donde todos los negocios asumen responsabilidad directa sobre su rentabilidad. Para eso han reestructurado toda la empresa en un modelo de divisiones reales —desarrollo, ventas, planificación y calidad trabajando juntas—, con decisiones rápidas y orientadas al mercado.
La segunda capa es estratégica y toca el corazón del negocio: el reloj. Casio quiere que su división Timepiece vuelva a ser el motor, pero de una forma diferente. No se conforma con vender relojes: apunta a crear “nuevos estilos de vida”. Igual que G-Shock marcó una cultura global, la marca quiere convertir los futuros smartwatches en dispositivos que definan modos de vivir, no solo características técnicas. El mercado del cuarzo está cambiando y Casio quiere surfear esa ola, no ser arrastrada por ella. Por lo tanto, su apuesta por futuros smartwatches es evidente.
La tercera capa es expansiva: buscar nuevos modelos de negocio que no existían en su catálogo tradicional. Un ejemplo claro es Moflin, el robot mascota con IA, que la compañía presenta como un salto hacia la tecnología emocional y el bienestar mental. Casio lo describe como el germen de una nueva categoría que encarna su ADN: innovar creando mercados desde cero, igual que hicieron con los relojes digitales en los años 70.
La educación también entra en este nuevo mapa. Las calculadoras científicas y los diccionarios electrónicos seguirán evolucionando, no como simples herramientas, sino como “socios de aprendizaje” adaptados a nuevas formas de estudiar y enseñar. Allí también buscan construir valor más allá del hardware tradicional.
Kashio no oculta su preocupación: la empresa, afirma, todavía no está usando su potencial real. Tiene la tecnología, tiene la historia y tiene la base mundial de seguidores —más de 6 millones de G-Shock vendidos cada año—, pero siente que falta convertir esa inercia en un impulso renovado. El refuerzo del CRM, la relación directa con el usuario y el uso estratégico de sus más de 2.300 tiendas especializadas será uno de los pilares para reactivar el músculo de la marca en todo el mundo.
Lo que deja entrever la entrevista es una mezcla de urgencia y ambición. Casio se prepara para su próxima década como si fuera una startup con 70 años de experiencia: reorganiza su estructura, reescribe su propósito y se lanza de lleno a productos que ya no son “relojes o calculadoras”, sino piezas de estilo de vida. La compañía parece decidida a no quedarse congelada en su propio museo.
Mientras avanza hacia ese 2027 simbólico, el mensaje final de Kashio resume el espíritu del nuevo rumbo: la misión de Casio, dice, no es solo vender productos, sino crear culturas que hagan la vida un poco más sorprendente. Un aviso claro de que quieren escribir otro capítulo, no vivir de los anteriores.
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