La relojería china, durante décadas subestimada por ciertos sectores del mercado global, es un campo que ha evolucionado notablemente, tanto en innovación como en calidad.
Existe una percepción errónea, alimentada por experiencias con productos de baja gama, de que todo lo fabricado en China es sinónimo de mala calidad. Sin embargo, esta generalización ignora la enorme diversidad de la industria china, que abarca desde simples mecanismos económicos hasta piezas de alta relojería con acabados meticulosos y tecnología avanzada.
Igual que ocurre en otros países productores, China ofrece una amplia gama de calidades: no es justo ni preciso juzgar toda una industria por los ejemplos más baratos y mal elaborados.
Hoy en día, muchas marcas chinas compiten a nivel internacional, desafiando estereotipos y demostrando que la excelencia también tiene sello oriental.
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