Muchos veranos con tu DW-5000 en la muñeca, sí. Uno tras otro, contando contigo muchas batallas, alegrías, decepciones y desventuras. Aquí y allá, por la playa, por la ciudad, por las calles desiertas que deja entre los altos edificios el mes de agosto, por tus esperas, por tus idas y venidas en el autobús para hacer alguna escapada, por tus paseos al lado de muchas puestas de sol, por tus noches estivales, por muchas ferias y muchas llamadas de teléfono para quedar.
Por muchos cambios de camisetas sudorosas, por muchos nervios muy lejos de tu casa, por muchos recorridos deambulando entre los callejones de barrios desconocidos.
En los ochenta fueron los quinquis, en los noventa los descerebrados skinheads...; en los dos mil, las pandillas latinas... Unos y otros fueron claudicando ante el inevitable e imparable paso del tiempo y el devenir de las circunstancias mientras que, como observador imperturbable, te acompañaba tu DW-5000 que vivía contigo los pasos de ser un estudiante a un currante, los trasiegos entre puestos de trabajo, los desafíos aquí y allá, mientras el mundo iba girando y se marchaban unos y llegaban otros. Los que llegaron a las altas cotas de poder prometiendo cambiarlo todo, claudicaron como el anterior sin cambiar nada. Todo se sucede en un ciclo constante mientras continúa el ritmo imparable del consumo de las estaciones en el segundero de tu incombustible DW-5000. Un verano tras otro. Y ya son muchos veranos.
La especial diferencia de un DW-5000
No sé si habréis tenido la oportunidad de probaros un DW-5000. Yo cuando lo hice me llevé una enorme sorpresa, aún a pesar de estar ya por aquel entonces habituado a probar numerosos relojes. En concreto, me sorprendieron dos cosas. La primera, lo enorme que es ese reloj. Es un reloj MUY GRANDE. No me extrañó entonces que cuando apareció a primeros de los ochenta, en unos tiempos donde lo más habitual era ver y usar relojes digitales pequeños y ligeros del tipo F-91, o mecánicos "mírame-y-no-me-toques", el DW-5000 causara sensación. Debía de ser, para el público de aquella época, todo un "subidón" encontrarse de repente con aquel "enorme aparato metálico" con un exterior que, de lejos, no parecía ser tan distinto de uno de tantos "relojes de plástico barato" que copaban los bazares de entonces.
Y la segunda característica que me sorprendió era lo pesadísimo que resultaba. Cierto que hay infinidad de relojes de caja roscada, pero hay relojes de metal "y de metal", y el DW-5000 era un auténtico tanque. Pesaba una tonelada, se notaba claramente en la muñeca, hacía casi de contrapeso a un lado de tu cuerpo. Y eso que su correa era de resina. Tal es así que lo mirabas de frente, y bueno: un digital. Bonito, pero con ese frontal tan convencional en Casio. Pero le dabas la vuelta y te cambiaba todo. Aquello sí que era una caja acorazada, parecía un búnquer, con las marcas de abertura muy profundas sobre la tapa. Era, desde luego, una sensación maravillosa.
Desde entonces he estado persiguiendo uno de ellos, aunque estuviera destrozado, aunque fuese uno de las ediciones especiales que, muy a cuentagotas y solo con ocasión de los aniversarios de G-Shock, aparecen en el mercado. Pero sus precios son prohibitivos. Precisamente se lo comentaba hace poco a uno de los ejecutivos de Casio, con el que tuve oportunidad de hablar sobre nuestros queridos relojes, y le decía que sería una auténtica delicia el poder conseguir hoy un DW-5800 de aquellos, por ejemplo.
Y es que esos relojes son otro nivel. Pueden aparecer todos los modelos de caja maciza que queráis, todos los que queráis con acabados elitistas y cristales de zafiro, con tecnología Bluetooth y apps y conectividad aquí y allá..., de moda, de colores, que si Oak, que si esto o lo otro... pero la sensación de llevar, verano tras verano, año tras año, de ponerte cada día uno de esos DW-5000 es radicalmente distinta. Es algo imposible de describir. Tienes que sentirlo para saberlo.
| Redacción: ZonaCasio.com / ZonaCasio.blogspot.com
Permitidme que os cuente lo más breve posible, "mi historia": después de muchos años de infancia acompañados de diversos Casio, después del servivio militar, y por aquello de entrar en la edad adulta, abandono la marca en pro de relojes más " de vestir"; durante unos 15 años, mantengo a la marca en el baúl de los recuerdos,asociandola más a que eran relojes para la batalla de un niño que se crió en los 80, donde era lo que había, y sin ser demasiado consciente de su justo valor.Pasé, entonces, a fijarme en divers tipo Lotus, Suuntos para montaña, etc. Allá por 2009, y gracias a internet, doy con información que me hace re-descubrir la marca, concretamente la icónica série 5000. Algo hace "clic" en mi cabeza....aquel niño de los 80, tenía en casa uno de sus primeros Casio, cuadrado, enorme, fuera de lo normal...con botones que costaba apretar....y que en mis vagos recuerdos, seguro era un serie 5000. Eso hizo que no lo pudiera disfrutar, acabó vagando muchos años en un cajón, decántándome por otros modelos de resina, más usables para un niño. Algunos Casio posteriores fui capaz de recuperarlos, pero ese serie 5000 desapareció. Mi apuesta es que era un 5600C o incluso pudo haber sido un DW-5000; uno de los dos, seguro.Hoy dia puedo disfrutar de un DW-5200 en magnífico estado que , hoy sí, me permite disfrutar y entender lo que en este post se explica.Pero siempre tendré la espinita clavada de no haber podido mantener aquel reloj que sigue vagando en mis recuerdos......
ResponderEliminarMuy emotiva esa historia, gracias por compartirla Diego.
EliminarEntiendo tus "remordimientos" muy bien, tener aquel reloj y luego descubrir lo extraordinario que era. Bueno, de hecho solo hace falta darse una vuelta por las páginas de compra-venta y ver los precios a los que se venden hoy en día, aún a pesar de estar destrozados en algunos casos... Es una locura.
La parte buena es que se viene el cuarenta aniversario de G-Shock..., habrá oportunidad de hacerse con alguna reedición. Esperemos que no se pasen dos pueblos con el precio.
El reloj que lo cambió todo para Casio sin que nadie pudiera anticiparlo.
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