Hay pocas cosas que continúen haciéndose desde 1983. En el mundo de los automóviles, ni por asomo hay nada de aquello, ni en el mundo de los electrodomésticos, ni en el de los bienes de consumo en general. Hoy se nos venden baratijas traídas de China, construidas de cualquier manera, muchas incluso falsificadas.
Como ocurre en "Alita, ángel de combate", parece una tecnología ya olvidada. "Cuida mucho tu cuerpo robótico" - le dice Doc a la cyborg - "porque pertenece a una época pasada y es fruto de una tecnología tan antigua, que no podría reconstruirlo". Un cuerpo que posee propiedades y características que lo convierten en superior a todos los demás y, con él, la cyborg supera todos los obstáculos que se le ponen en medio.
Una tecnología de tiempos olvidados, tan peligrosa y poderosa que se prefirió dejarla en el olvido, porque quien dispusiera de ella supondría toda una amenaza.
Lo vimos también en Iron Kid. Un chico encuentra un guante de las Antiguas Guerras, de una tecnología de los robots de combate de primera generación: robusta, terrible. Temible. Una tecnología que cayó en desuso, en el olvido en la noche de los tiempos. Y que superaba a toda la petulante y jactanciosa tecnología robótica del momento.
De eso es de lo que vamos a hablar hoy aquí. En 1983 salían al mercado el Seat Ronda, el primer Walkman de Sony con receptor de radio para actividades al aire libre (Sony WM-F5), y llegaban los primeros microordenadores, aquellas plataformas de juegos tan básicos que hoy muchos no llegan ni a entender, pero que funcionaban con solo un puñado de bits y sobre un hardware indestructible. Nada que ver con esos smartphones de hoy los cuales tienes que cambiar a los pocos meses, o esa imperiosa necesidad de memoria, extravagantes tarjetas gráficas y tediosos sistemas operativos que tienen que cargar a sus espaldas los entornos informáticos que soportamos ahora.
Nada de aquello se sigue fabricando hoy. No puedes ir a una tienda - salvo que sea de segunda mano, claro - y adquirir ese producto nuevo, y recién salido de una línea de montaje.
Nada, excepto una cosa.
En 1983, un grupo de jóvenes ingenieros, adelantándose a su tiempo y haciendo uso de la tecnología de la época de relojes digitales "puros", gracias a la amplia experiencia que Casio ya atesoraba con sus Casiotron de los setenta o sus Marlin de los primeros años ochenta, decide desarrollar "el reloj de los relojes". El modelo indestructible, una máquina superior al resto, el "arma de combate perfecta" para sobrevivir a guerras cruentas y remotas en ambientes inhóspitos, para ser capaz de desembolverse en entornos apocalípticos. El G-Shock.
A un robusto y sólido armazón de acero, le añaden un exterior de resina, cambiando la costumbre de usar resina en el cuerpo y acero al desnudo. El duro acero podía permanecer intacto, impasible, impenetrable, inrayable, en su corazón interior. Dentro de cinco, diez... Veinte años, su dueño podía "retirarle la piel", y encontrar dentro "el reloj" y su corazón como el primer día. Los arañazos, los rayazos, las agresiones, los golpes y los impactos, lo sufriría una superficie "moldeable", dúctil, flexible. Caliente como la piel de nuestro cyborg. Y en su interior, el corazón del reloj seguiría latiendo.
Los años fueron pasando, y las compañías relojeras se fueron sucediendo. Llegó "la era Swatch", el plástico, las modas. Aquellos primeros G-Shock fueron cambiando, transformándose según los gustos de la gente y las corrientes de moda de la sociedad. Aquellos conflictos nucleares a lo "Mad Max" que tanto se temía en los ochenta, con explosiones atómicas en atolones, y con la memoria aún fresca de la contaminación radiactiva en las altas capas de la atmósfera, nunca llegaron. La URSS colapsó. La NASA dejó de salir al espacio en busca de nuevas conquistas. El hombre dejó de explorar. Tras Amundsen, ya no había reto mayor sobre la tierra. Para salir un viernes noche a danzar sobre una pista de baile no era necesario un reloj de combate, un arma acorazada que diera la hora de forma fiable en la muñeca. Para eso servía cualquier cosa que uno llevase consigo.
Pero, a veces, en ediciones limitadas, en versiones específicas, muy específicas, como la GW-5000 que os mostramos hoy aquí, Casio lo sigue fabricando y ofreciendo tal cual era el original. Es la única compañía que lo hace. El resto de marcas, de todo tipo, o han desaparecido por el camino (Aiwa, Telefunken, Sanyo...), o han tenido que hacer otro tipo de producto. Nada de aquello existe hoy, nadie sigue fabricando lo de antaño con la tecnología de antaño. ¿Por qué?, ¿para qué? No tiene público, cliente ni sentido.
Casio hace hoy muchísimas otras cosas en su división de relojería, muchísimos productos hiper-mega-avanzados, con lo ultimísimo de la tecnología en miniaturización disponible hoy en día: Quadsensor GWN-Q1000, Rangeman GPR-B1000, Pro Trek Smartwatch WSD-F30... Son productos que dan respuesta al exigente consumidor de hoy, que busca más cosas, más rápido, más "potencia de fuego", más funciones... Pero, ¿y aquella fiabilidad, solidez, robustez de antaño? Ya no interesa.
"Viejo, pero no obsoleto", nos recordaba Terminator en una de sus cintas. Eso se adecúa perfectamente a este tipo de G-Shock. Viejo, pasado, antiguo..., pero jamás superado y, por supuesto, ni mucho menos obsoleto. Relojes que puedes acceder a su cámara acorazada interna, ponerles cualquier módulo del G-Shock más barato que encuentres hoy en día (DW-5600, DW-5700, GLS, GWX...), y "echarlos a andar". Relojes que puedes ponerles cualquier módulo de tiempos que ni se recuerdan (DW-5000, DW-5600C...), y también "echarlos a andar". Relojes para un tiempo y un mundo ya olvidados, y para un futuro incierto y escalofriante, que nadie recuerda ya. Relojes que solo Casio ofrece, a veces y en contadas ocasiones, es cierto, pero que es el único fabricante en donde aún ese tipo de tecnología y de forma y filosofía constructiva pueden encontrarse. Nadie hace ya ese tipo de productos. Nadie tiene digitales así, con semejantes acabados, semejante control de calidad, semejantes virtudes y capacidades. Porque nadie es capaz de igualar la tecnología de antiguas épocas, de años tan alejados y tan distantes como los de aquellos primeros G-Shock. Solo hay un digital que desde 1983 se siga produciendo sin pausa. Solo uno. G-Shock.
Y si hablamos de funciones...
En los relojes de este tipo, la sencillez es la clave. Dicen que cuantos menos elementos tenga un producto, menos cosas podrán estropearse. Con esa filosofía fabricaban antes las marcas sus electrodomésticos, algunos de los cuales continúan funcionando en Cuba, o los soviéticos sus vehículos. Con esa filosofía trabajaban también los artesanos antiguos, porque no había "SAT" que valiera: si el producto se estropeaba, ya podías echar el cierre a tu negocio. Tenía que funcionar bien, tenía que funcionar a la primera, y además: tenía que funcionar por muchos años. Una filosofía puramente "prime".
Hoy se lleva mucho el minimalismo, el no rodearse de cosas superfluas, pero para muchos no es más que eso: una moda más. Sin embargo en estos GW-5000, el minimalismo no es una opción, sino que nos llega impuesto de fábrica. Un reloj completo, pero que va a lo esencial y con la tecnología más esencial: display LCD, nada de pantallas con miles de píxeles que puedan fundirse. Un reloj que se aprovecha de las bondades de los cilindros de cuarzo para su corazón, que como dos arterias lo recorren y alimentan con sus impulsos eléctricos, y de las ventajas innatas del formato digital: más información en el mismo espacio, más elementos a mostrar. Todo ello sin pieza física que se mueva, solo un fiable transductor vibrando para la alarma. Nada más. Fiabilidad a prueba de bombas, a prueba de reseteos, de cuelgues, de volcados de memoria, de campos electromagnéticos sensibles o poderosos. No hay sensores que puedan lastimarse, no hay conexiones raras que puedan estropearse. Solo pulsadores de duro metal, que conectan a un módulo con esqueleto de metal, incrustado en un bloque macizo de acero que aguanta impactos, tensiones, y metros de energía cinética y de agua de mar sin inmutarse.
No hay nada semejante a ello, porque nada lo superó. A partir de 1983 nada se pudo mejorar: las fábricas fueron cerrando sus puertas ante la pujanza china, el mundo se dejó devorar por la fiebre consumista, no hubo tiempo para más. El "team Tough" apagó las luces de sus lámparas sobre las mesas de trabajo, los diseños pasaron a otras manos, el público demandaba otras cosas.
Sin embargo, como una última oportunidad para las nuevas y antiguas generaciones que buscaban algo "distinto", Casio siguió ofreciendo la alternativa de estos relojes. Fue la única marca que lo hizo: Citizen echó el cierre a su división de digitales, Seiko también lo hizo, y todas las suizas: Omega, Tissot, Longines... A nadie le interesaba seguir ofreciendo un buen y robusto digital. Les convenía más que sus clientes adquiriesen un modelo que tuviesen que cambiar cada año o a cada temporada. ¿Quién iba a querer un reloj pensado para mundos imposibles, para exploraciones al límite? La gente buscaba elegancia. Los que se iban a montañas y cuevas, sensores. Los que recorrían el mundo en jets privados, adornos superfluos, GPS, y conocer las últimas notificaciones de su red social. Tecnología sobre tecnología, pieza sobre pieza, función sobre función. Nada de dureza, poco de solidez y, por supuesto, ni soñar con ser indestructible.
Hoy, la tecnología y forma de construcción de aquellos tiempos arcaicos, antiguos y lejanos, se mimetiza, se confunde, se solapa, bajo las formas de relojes más convencionales. Cualquiera puede llevar un GW-5000, y para ojos no entendidos pasaría como un simple DW-5600 "del montón", pasaría por un GLS-5600 o un GWX-5600 sin más. Creerán que tras el bisel solo hay una bonita caja de resina, un exterior de resina... Pocos verán más allá, pocos leerán más allá: su legendaria historia, lo que encierra en su sólido cuerpo, lo que no se ve. El "team Tough" lo hizo genial: su "arma de combate" por dentro, no parece un destructor ni un cazabombardero por fuera. Quien lo llevase, no necesitaría los brillos, ni las amenazas del duro metal. Bajo su piel sensible y de simple apariencia, se dispone y oculta un ensamblaje brutal. Una tecnología constructiva que jamás fue superada, probada en cientos de situaciones - incluso en el vacío del cosmos -, y dispuesta a dar la cara cuando se la necesite.
Un reloj para tiempos convulsos y momentos donde no valen medias tintas y se necesita fiabilidad. Para enfrentarse a cualquier tecnología, de cualquier época, procedente de cualquier civilización.
Insuperable e invencible, sin nada que pueda plantarle cara. Desde algo tan lejano como 1983.
| Redacción: ZonaCasio.com / ZonaCasio.blogspot.com | Gracias a RelojesDeModa
Uno de los mejores artículos sobre relojes digitales que he leído últimamente (con permiso del famoso "unbreakable"...)
ResponderEliminarCasio es una filosofia de vida.
ResponderEliminarEl GW-5000 es muy bonito y de lo más "Premium" de la serie 5000 con su caja de acero y demás, pero le falta el módulo flotante para poder compararse a los antiguos.
ResponderEliminarEn este sentido, puede que un humilde DW-5600E represente mejor el concepto original del primer G aunque no tenga la caja de acero del antiguo y le falle la poca autonomía de su pila.
Una combinación de los dos sería lo ideal.
Este artículo hay que leerlo acompañado de música new retro wave, que grande casio.
ResponderEliminarUn artículo de 10. Lo habéis bordado.
ResponderEliminarNo saben vender la moto, aunque últimamente...van mejor.El concepto G, no ha sido superado hasta la fecha.Si quieres bailes de salón un reloj mecánico, si quieres vivir de verdad usa un G-Shock.
ResponderEliminarEn efecto así es Adan, lo has clavado
EliminarFelicitaciones! Está nota estuvo muy buena.
ResponderEliminarExcelente reloj, y excelente post. Yo uso el GW 5000 a diario y es extraordinario, a veces lo intercambio con un DW 5030 del G SET o con un DW 5600c gold.
ResponderEliminarSi mal no recuerdo, el GW 5000 salió al mercado en el año 2008 o 2009, asi que antes de esa fecha, desde hace muchos años Casio tampoco fabricaba esa tecnología, salvo las ediciones aniversarias, así que en cierta forma Casio también había sepultado esa tecnología "arcaica".
Menos mal que Casio rectificó en los últimos años.