A la mayoría de usuarios de relojes, los pasadores es lo que menos les preocupa. Ciertamente su precio es ridículo (al menos, comparados con el resto de piezas "sustituibles" de un reloj), un poco similar al precio que tienen los sellos del cierre de estanqueidad (junta tórica). Pero esa no es la cuestión: al igual que las mencionadas juntas, muchos pasadores tienen unas dimensiones o grosor digamos "nada fácil de encontrar", y si a eso unimos la búsqueda pateándonos varias relojerías (o la ardua espera si los adquirimos por internet), entonces puede que nos compense bastante más el mantenerlos en buen estado.
Si de las juntas de sellado, que son de goma, nos preocupamos bastante en limpiarlas, aceitarlas y cuidarlas lo más adecuadamente posible, porque somos conocedores de su importante función, ¿por qué no hacerlo también con los pasadores? Y más aún, en el caso de los pasadores, con más razón, puesto que al estar hechos íntegramente de metal unos cuidados mínimos deberían ser más que suficientes para tener unos pasadores en buen estado durante años cumpliendo perfectamente su importantísima labor en nuestro reloj.
Pero si todo esto no te convence todavía, quizá lo haga el hecho de que vigilar su mantenimiento es esencial para que el reloj quede con seguridad sujeto a tu muñeca. De nada sirve un buen cierre de seguridad, o un cierre de los famosos (y eficientes) tres pliegues de Casio, si luego el punto más débil lo tenemos en el pasador, y éste, oxidado o dañado por el uso y las constantes tensiones, cede de improviso y nos produce la caída al suelo de nuestro reloj.
En el peor de los casos, si no nos damos cuenta y el reloj se cae entre la hierba de un parque, o entre la hojarasca de un camino o senda sin asfaltar, lo podríamos perder. En el mejor de los casos tendría muchas papeletas para que se llevase algún que otro "raspón" o arañazo, incluso llegar a romperle el cristal o astillárselo.
Por eso es esencial una vigilancia y limpieza muy a menudo de los pasadores, comprobar detenidamente su estado en busca de señales de desgaste o rotura (especialmente en las uniones de los extensibles), y de oxidación. También comprobaremos, presionando sobre sus extremos, que tenga el muelle interno una flexión adecuada, que no se atore y que se recoja con facilidad.
Es precisamente esa pieza, el muelle interno, uno de los componentes de los pasadores más débiles. Si él falla no solo tendremos muy complicada la tarea de cambiar o limpiar la correa o el armis, sino que tendremos más posibilidades de que se acabe partiendo y, con ello, que el pasador se pliegue "por sí mismo", no quedándose fijo sobre sus asas.
Aparte de la limpieza, o complementando a ésta, una de las tareas más importantes es el aceitado. Un pasador puede tener una vida mejor y mas larga si se le aceita convenientemente cada cierto tiempo, reduciendo los riesgos de oxidación y, con ello, de rotura o bloqueo.
El aceitado en sí es muy simple: sumergir el pasador en aceite protector (aceite con base de silicona suele ser una buena elección, aunque también podemos usar con mejores resultados aún los aceites específicos para armas de fuego o para máquinas de escribir). Si queremos "rizar el rizo", podemos usar alguno de los aceites especiales para las cadenas de las bicicletas que, con base de teflon, protegerá el pasador con una capa que se adherirá al mismo.
Como decíamos, aceitarlos es sencillo: basta simplemente depositar una relativamente pequeña cantidad de aceite en un recipiente, y sumergir los pasadores en el mismo. Si tenemos varios relojes, lo mejor es hacer esto con la mayor cantidad posible, y de esta manera aprovechar al máximo el aceite.
El mayor problema, sin embargo, lo tenemos a la hora de aceitar la parte interna del pasador que resulta ser, además, la parte más importante y vital del mismo (la que da movimiento a este componente). Es ahí donde se encuentra el delicado muelle. ¿Cómo, entonces, engrasar esa pieza, de tan difícil acceso, sin correr el riesgo de dañar seriamente ni partir el pasador? Para hacerlo necesitaremos que el muelle esté recogido.
Un truco para recoger el muelle y dejarlo con ello accesible al aceite, es utilizar una pinza de ropa de madera (no sirven las de plástico). Pondremos el muelle plegado en la parte donde presionamos la pinza (es decir, al revés de su uso habitual con la ropa), de manera que el propio muelle de la pinza impida que el pasador se despliegue. Luego, metemos la parte del pasador en aceite, con la pinza incluida, obviamente.
Como la madera absorberá también el aceite, ésta se quedará embadurnada por él, por lo tanto hay que tener este hecho en consideración.
Como es obvio, esas pinzas ya no servirán para la ropa (nos la mancharían de aceite), lo más adecuado es que tanto el recipiente con el aceite usado, como las mismas pinzas, las guardemos para usos posteriores.
Por cierto, si queremos que seque el aceite absorbido por la pinza de una forma más rápida, podremos dejarlas varios días envueltas en papel de periódico, que nos dará la posibilidad de tener las pinzas listas para muchos usos posteriores con otros pasadores.
| Redacción: ZonaCasio.com / ZonaCasio.blogspot.com
Me llama la atención el color de ese aceite. Los que yo he usado de base silicona son completamente transparentes. Qué tipo de aceite es el que se ve?
ResponderEliminarun 3-en-1 normal y corriente, Guti :D
EliminarNo tengo aceite de silicona, lo tengo para armas pero es en spray.
Pues no es algo que requiera un gran despliegue y nunca lo habia tenido en cuenta, así que tomo nota.
ResponderEliminarEn efecto Javier, no tiene mucho secreto y como bien dices, tampoco hace falta una gran logística :)
Eliminaren México, los llamamos pernos. Primera vez que los veo como "pasadores"
ResponderEliminarSí, como tantos otros componentes de los relojes, cada cultura tiene sus propias denominaciones. En Cuba por ejemplo las correas son "manillas".
EliminarSe agradece esta información, lo tendré en cuenta para algunos vintage que tengo y conservan sus pasadores originales.
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