Ricardo Suárez-. Bienvenidos a todos a una edición más del programa "Marcando el tiempo", en VAV Radio; nos acompaña Mateo Salazar, como es habitual, con el que vamos a charlar en los próximos minutos sobre la relojería, como bien sabéis todos los que nos seguís habitualmente.
En esta ocasión vamos a hacerlo sobre un tema que es cotidiano, todos nosotros lo vemos a nuestro alrededor, y es la desaparición, paulatina pero imparable, de los relojes. Bienvenido Mateo y..., los relojes han desaparecido de nuestras vidas, ¿no es cierto?
Mateo Salazar-. Yo creo que los relojes tienen más presencia que nunca, no han desaparecido, lo que sí ha desaparecido es uno de sus principales soportes: el reloj de muñeca. Tener un instrumento dedicado exclusivamente para un reloj está desapareciendo en favor de otro tipo de soporte. Si acudimos a estaciones de metro, autobús o tren, vemos que siguen existiendo los relojes en los paneles de información; en las consultas de médicos y hospitales, en las salas de espera, los relojes permanecen... De manera que obviamente el tiempo es importante, y por eso el tiempo tiene que estar presente en nuestras vidas, y no hay nada mejor para marcarnos ese tiempo que un reloj, por supuesto.
Pero los relojes en la vida personal y diaria han ido cambiando de formato y soporte. Si en un primer momento, antes de la revolución industrial la mayoría de relojes se encontraban en campanarios y en centros gubernamentales o administrativos, y los ciudadanos conocían la hora simplemente mirándolos, acercándose a ellos; con la mecanicación y la masificación de procesos industriales se hizo posible que los relojes mecánicos estuvieran más al alcance de todo el mundo, y aunque eran las personas más pudientes y los patrones quienes tenían reloj y podían acceder a él, el tiempo ya no era algo que se compartía, empezaba a ser algo más personal.
A continuación empezaron a popularizarse los relojes de pulsera, como casi todo el mundo sabe, y después llegaron los relojes digitales, que son la última moda, por llamarlo de alguna manera, como reloj personal, instrumento dedicado única y exclusivamente para medir el tiempo.
Con la llegada del teléfono móvil el reloj personal sigue siendo un reloj de bolsillo, a fin de cuentas, pero ahora se ha trasladado al teléfono móvil y al smartphone. Pero esto no ocurre solamente en materia de relojes, lo estamos viendo con las cámaras digitales, las calculadoras, etc., muchos instrumentos los está aglutinando en un mismo dispositivo, que es el smarpthone, que permite tener muchas cosas -entre ellas incluso editores de texto y programas informáticos que antes se necesitaban habitaciones enteras para alojar el ordenador capaz de operar con ese software-, y hoy, gracias a la miniaturización y a la mayor complejidad de estos dispositivos, además de a la mayor potencia de sus microprocesadores, se ha conseguido que dominen toda nuestra vida, que sean uno de los ejes centrales y uno de los puntales incluso en las relaciones sociales, personales. Y en materia de información mediante internet, con los medios de comunicación como este mismo, ha posibilitado que se reúna todo en un mismo aparato, que todo esté concentrado en una misma cosa: revistas, magazines, periódicos, la radio y la televisión.
Ricardo Suárez-. Decir que el smartphone es una especie de "concentrado" de múltiples dispositivos, que efectivamente es así, pues ha supuesto una esclavitud de alguna manera...
Mateo Salazar-. Sí, de hecho algunas personas que se han quedado sin teléfono móvil, bien por causas de fuerza mayor o por decisión propia, dicen que se han liberado, que han experimentado una cierta liberalización. Y esto es así porque el smartphone tiene muchas virtudes y muchas funciones, pero eso también tiene su lado peligroso, que es atarte a él, algo que con un reloj habitual no ocurre, puesto que es para ver la hora y punto, te puede gustar más o menos, pero eso es lo que hace y para eso es para lo que sirve. Tener un dispositivo con tantas cosas hace que tengas que estar recurriendo a él constantemente.
Es una forma, a veces, de canibalizar el tiempo, tanto tu tiempo de trabajo como el tiempo libre.
Ricardo Suárez-. Y decir que el reloj se ha transformado en un teléfono móvil...
Mateo Salazar-. Yo no diría "transformado", yo diría más bien que lo ha fagocitado, de manera que lo ha asumido, pero tanto como ha asumido las funciones de tantas tareas de otros tantos dispositivos. Brújulas, sin ir más lejos también, grabadoras de voz, dispositivos de medidas (se pueden obtener las medidas de objetos con el smartphone); reproductores de audio y vídeo... Muchísimos dispositivos que aglutina el smartphone hoy día.
Ricardo Suárez-. Pues decía que hacer eso es como dejar nuestras vidas, nuestros quehaceres y todo lo que necesitamos en manos de Google, o en manos de Apple.
Mateo Salazar-. Pues es verdad. Usar hoy día un smartphone es rendirse a Apple con su iOS, o te rindes a Google con su Android. Mientras antiguamente cada compañía, cada fabricante de móviles tenía su propio sistema operativo y podías cambiar de uno a otro según te gustase más o menos, o según también las aplicaciones que hubiera disponibles, hoy eso no existe, hay solo una dualidad: o elijes Apple, o elijes Google. Y curiosamente las dos son estadounidenses, y..., bueno, la gente quiera o no, el consumidor, tiene que rendirse ante uno de estos dos. Pero también ocurrió con los ordenadores. En los ordenadores ocurría -y ocurre- que puedes rendirte a los ordenadores de Apple, o puedes rendirte a los ordenadores de Microsoft, no hay prácticamente alternativa. Es cierto que existe Linux pero bueno, eso no es una alternativa útil ni práctica, dejó hace ya tiempo de serlo, salvo para un grupo de personas, o para un grupo de gente que cada vez además se hace más pequeño y restringido, porque Linux no ha logrado, ni como soporte ni en crecimiento, lo que prometía que sería.
Nos estamos sometiendo a estos dos gigantescas multinacionales, tanto en smartphones como en ordenadores, mientras que en otra clase de dispositivos, en relojes en este caso que es de lo que trata este espacio, pues era totalmente distinto. En un reloj mecánico tenía incluso uno mismo el control hasta sobre sus componentes, sus piezas, porque podías incluso atrasarlo o adelantarlo cuando quisieras, y el mantenimiento dependía exclusivamente de ti, hasta tal punto que desarmándolo -obviamente con los conocimientos adecuados- podías prescindir de todo lo demás. Era una máquina muy, muy personal. Hoy no, hoy estamos vendidos absolutamente a SAT, a piezas que nos lleguen de fuera -porque además todos esos dispositivos electrónicos son muy difíciles de reparar-, y a sistemas de tests para los que necesitamos más dispositivos electrónicos. Una locura que aleja la experiencia tan gratificante e íntima como es llevar un reloj mecánico en la muñeca y conocer todo de él, incluso conocer "su comportamiento", cómo hay que guardarlo, y cómo se comporta con determinado rango de temperatura, o si atrasa más en invierno o en verano. Todos esos detalles hace que la relación entre el hombre y la máquina sea más rica, y que uno llegue a encariñarse realmente de él. Hoy te puedes encariñar de un smartphone, pero como las relaciones de ahora, tu pareja dura un suspiro. Se acaba pronto el interés, porque es eso: puro interés. Sin embargo con un reloj mecánico la relación es mucho más profunda y enriquecedora.
En un reloj digital sí que es cierto que dependes del fabricante, pero tienes múltiples opciones y no te tienes que ceñir -de momento, y por fortuna- que impusiera él sus condiciones, aún puedes elegir. En este caso Android con sus smartwatches y Apple con los suyos ponen unas condiciones bastante estrictas, te obliga a anclarte a sus propias tiendas y aceptar lo que les interese a ellos, y que son condiciones que en otra época y en otro tiempo muchos de nosotros no hubiéramos aceptado bajo ninguna circunstancia, encima con algo personal como un reloj o un smartphone, y sin embargo ahora tan ricamente la gente acepta como algo natural, les cede a esos dispositivos su libertad sin problemas, y lo que se vislumbra detrás de esa puerta da miedo, da auténtico pavor. Apple ya sabemos cómo funcionan, y son más restrictivos aún, y sin embargo parece que sus clientes entran por el aro, y encima lo hacen contentos.
Ricardo Suárez-. Se da la curiosidad que a pesar de la posición predominante y dominante de esos dos gigantes de la tecnología, se da la casualidad de que Apple a la vez quiere entrar también en el mundo del reloj y dominarlo también con su Apple Watch, tanto que lo está consiguiendo y ya son líderes absolutos de ventas.
Mateo Salazar-. Sí, pero la pregunta más bien sería: ¿es el Apple Watch un reloj? Yo creo que no se puede decir que sea un reloj, de hecho es más bien algo así como un smartphone en pequeño -usa su iOS, además-, muy recortado en funciones, y que entre las cosas que tiene, pues tiene un reloj. Eso es como decir que un smartphone es un reloj, ¿no? O que un microondas es un reloj por llevar reloj. Pues no, un smartwatch es un smartwatch, no es un reloj en sí, aunque se venda como reloj y el producto se comercialice como reloj.
Un reloj lo que tiene que tener, porque esto a veces se olvida y conviene recordarlo, y recordárselo a nuestros oyentes, lo que tiene que tener para ser considerado reloj con todas las letras es eso: que tenga reloj y que en torno a él gire todo lo demás. Volvemos una vez más a los relojes mecánicos porque nos aclaran muy bien este concepto que hoy tanto nos intentan hacer olvidar: un mecánico es un reloj y luego, después, se le añaden elementos extra, que en relojería se les da muy acertadamente el nombre de "complicaciones". Pero como base tenemos el reloj, él es el absoluto protagonista. Eso es un reloj.
Se entiende también con un digital clásico: en un digital poseemos lo que se denomina la pantalla principal, que es la pantalla siempre que da la hora. Podemos dejar el reloj en cualquier otra pantalla, pero un reloj de este tipo tras un tiempo regresará automáticamente a esa pantalla.
En los relojes inteligentes, sin embargo, el que sea el reloj protagonista es relativo. Tienes muchas otras funciones que puedes solapar, e incluso poner como principales por encima del reloj, y convertir el reloj en algo secundario. Es decir, estamos arrinconando el reloj, ya no es el protagonista principal -a veces lo son los sistemas de mensajería y no el reloj-, y en cuanto desvirtuamos el reloj y lo arrinconamos, entonces ese dispositivo ya es "otra cosa". Podemos llamarlo smartwatch, está bien, o "dispositivo virtual de muñeca", "dispositivo de conectividad..."... Por eso muchas personas cuando llevan un reloj de este tipo, a veces llevan en la otra muñeca su reloj "convencional", ¿por qué? Porque sienten, y es así, que en realidad sin su reloj "de siempre" no llevan reloj.
En las películas de ciencia-ficción se utilizaban relojes de este tipo, y todos recordaremos que no solían llamarse reloj, algunos se les llamaba "comunicador", "intercomunicador"..., diversos nombres, pero a nadie se le ocurría llamarle reloj. En este caso el nombre de reloj hace referencia a un dispositivo que se pone en la muñeca, pero no al reloj en sí. Esto llama a confusión y conviene aclararlo: un reloj tiene que girar todo en torno al reloj, y todo lo que hace está supeditado al reloj. Sin embargo en un smartwatch el reloj es solo una parte, que aún siendo útil y práctica obviamente, no es la parte central del dispositivo. Un smartwatch podemos dedicarlo a ver fotografías, por ejemplo, o a comunicarnos con el teléfono móvil, sirviendo solamente de una especie de "terminal tonto".
Ricardo Suárez-. Todo esto tiende a que la gente diluya el concepto de reloj, ¿verdad? Como bien acabas de explicar. Y también tiende a que la importancia del reloj cada vez se note menos y cada vez se aprecie menos...
Mateo Salazar-. Es muy cierto eso que mencionas. El reloj actualmente ha pasado a ser una joya, un complemento, un elemento de moda, un artilugio de vestir... Importa más la forma, de qué esté construido, cómo esté construido y diseñado, los adornos que tenga..., más que la funcionalidad. Cuando antiguamente, cuando el reloj era eso: reloj, seguía siendo una "joya", seguía siendo enormemente caro por lo que era, por la tecnología enormemente puntera que incorporaba -aún siendo mecánico-, y tenía unas enormes ventajas desde el punto de vista práctico, porque te permitía conocer la hora en una sociedad en la cual ese conocimiento te permitía organizar mucho mejor el tiempo, y jugar con ventaja, sabiendo por ti mismo cuando tenías que acudir a determinado lugar o hacer determinada tarea.
Sin embargo ahora ese concepto práctico lo tenemos tan asumido, que nos parece algo tan natural; se ha desvirtuado tanto que hasta se venden relojes como joyas o como objetos de arte, incluso de arte mecánico, que deja su lado práctico un poco apartado, un tanto solapado.
Para los que amamos la relojería es una lástima, porque si nos gustan los relojes no nos gustan solamente por su aspecto estético, sino que tendemos a unir la estética con la utilidad, y el reloj nos gusta por lo que es, aparte de que sea bonito y esté bien hecho, por supuesto, pero nos gusta por lo que es, por el concepto que lleva y transmite, y por lo práctico que siempre ha sido. Pero esto supongo que es algo que nosotros entendíamos bastante bien, porque tanto nuestra generación, como las anteriores, vivimos en ese entorno de importancia del tiempo y de un reloj, pero las nuevas generaciones el paso del tiempo lo tienen un poco diluido en la sociedad actual. Para ellos acceder al reloj era -y es- algo tan fácil y sencillo (por fortuna, por cierto), que a veces no entienden el valor real de tener este instrumento como tal, como un reloj, y tienen que tenerlo "coloreado" de otras cosas: adornos, modas, o tecnologías como en el caso de los smartwatches que explicabámos antes.
Ricardo Suárez-. Y ya para terminar, ¿puede ser eso debido a que la sociedad ya está mucho más organizada, es más metódica, industrializada...? ¿Y antaño era más rural?
Mateo Salazar-. Sí, bueno, puede ser. En cierta forma en el mundo rural los ciclos del paso de las estaciones dependen mucho para su vida cotidiana, para las cosechas, y en general la vida gira en torno más directamente con el tiempo no solo diario, sino con el tiempo natural, de las estaciones como decía.
Sin embargo ahora el tiempo horario es un concepto un poco más artificial, como una especie de organigrama muy bien definido, en donde el tiempo lo estructuramos y nos lo dictan según las necesidades de cada tarea muy estudiada que realicemos. Pero es un tiempo que ha pasado, como decía, a un segundo plano, porque lo tenemos como algo que forma parte de nuestra vida pero desde un punto de vista en que a veces nos cuesta distinguir su valor. Hablaba antes de las nuevas generaciones, estas en donde el tiempo ya desde el colegio, con sus horarios sumamente estrictos, empiezan a educarse en ese ambiente super-controlado. A veces eso no es bueno. Yo defiendo la inexactitud de un minuto, quiero decir: antes a los relojes les permitíamos fallar. Hoy no pueden fallar, hoy tienen que ser lo más exactos posibles -cosa que nos permite el radiocontrol o el GPS-, y no nos damos cuenta que haciendo eso nos estamos haciendo daño a nosotros, porque supone que tampoco nosotros podremos fallar. No podemos llegar tarde a una cita, criticamos cuando tardan un minuto o dos en atendernos... Si había algo estricto antes eran los trenes, porque inexactitud podía llevar a graves accidentes. Pues bien, en las estaciones los relojes "obligaban" a los trenes a esperar, para que no se cruzasen en las vías. Hoy eso casi no existe, no estoy diciendo que sea malo, por supuesto es más cómodo viajar así, pero eso ha hecho que también seamos estrictos con todo lo que hacemos. Nos exigimos a veces demasiado, y por eso es bueno eso de que tu reloj no vaya ajustado al cien por cien. Permítete la inexactitud de un minuto o dos al día, ¿por qué no?
No hay que olvidar que el tiempo rige nuestras vidas, y el tiempo en una gran ciudad es absolutamente tirano: son horarios estrictos para casi todo, y cada vez más ajustados, que nos tiraniza absolutamente. Anteriormente los relojes mecánicos eran inexactos, y nos daban esa libertad de ser inexactos también nosotros. Cinco minutos arriba o cinco minutos abajo no importaba, y ahora cinco minutos arriba o cinco minutos abajo es un mundo. Hay gente que se muerde las uñas si su reloj no sincroniza cada media noche, hay personas que viven con una "desesperación horaria" atroz, como una fobia, y que ni duermen y se desvelan desesperándose por tener el reloj con la misma exactitud de un reloj atómico.
Claro, el smartphone con reloj incorporado que se ajusta automáticamente al GPS y al tiempo atómico a hecho que podamos ir todos ajustados al milisegundo prácticamente. Y eso es una tiranía bastante terrible que se aleja del tiempo natural, que es un tiempo inexacto de por sí (ni la duración del año es siempre la misma), mientras que el tiempo que el hombre mide es "tiempo sintético", tiempo "artificial". Por eso a mí me gusta defender a los relojes mecánicos como relojes imprecisos, pues sí: tenemos ese derecho a ser imprecisos. Es una libertad que nos tenemos que apropiar de nuevo porque es algo humano. La precisión es de las máquinas, y el ser humano no es preciso como no es perfecto.
A una máquina le puedes pedir que haga mil fotocopias de la hoja de un libro, y te hará mil fotocopias exactamente iguales a la primera, pero sin embargo muchos de nosotros recordaremos aquellos castigos que nos ponía la profesora en el colegio, en donde tenías que escribir quinientas veces frases como: "no lo volveré a hacer", o "no volveré a gritar en clase". Al principio te salían unas letras enormemente elegantes, y a medida que llegabas a la mitad pues te salían unos renglones que parecían hechos por un ancianito con parkinson.
El ser humano es imperfecto por naturaleza, ¿por qué nos quieren asemejar a los robots? Sí, es obvio, por cuestiones de producción, desde la revolución industrial se nos ha ido convirtiendo en "marionetas del sistema", producir, comprar y comprar más, consumir y gastar para que la rueda siga girando. Pero eso es un contrasentido ante nosotros mismos, imperfectos y flexibles, que nos adaptamos y evolucionamos, no nos estancamos.
Ricardo Suárez-. Pues muchas gracias, Mateo, por acompañarnos una vez más. Se ha alargado un poquito más este programa, pero creo que ha merecido la pena, así que gracias por estar con nosotros en esta nueva edición de "Marcando el tiempo", aquí en VAV Radio.
Mateo Salazar-. Gracias a vosotros.
| Redacción: ZonaCasio.com / ZonaCasio.blogspot.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario