¿Para qué te empeñas en llevar un Mudmaster, alma en pena?

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No hace mucho me llamó la atención cómo un señor, que conducía un voluminoso todo-terreno (un Dacia Duster, si la memoria no me falla), formaba tras él una caravana de coches porque prácticamente detenía su vehículo y lo paraba en seco para superar estas pequeños bandas de frenado (badenes) que tan populares se han ido haciendo en muchas ciudades y pueblos de nuestra geografía. Pensé: "¿se compra un todo-terreno, un vehículo que en teoría está hecho y pensado para superar barros y dunas, desniveles y zonas montañosas, y un simple reductor de velocidad de apenas dos centímetros de alto lo detiene en seco y no se atreve a superarlo?".

Paradójicamente unos días después, por una de las calles que casi a diario suelo cruzar, y en la que en su día pusieron un enorme reductor de velocidad (y que acabó destrozado, con afilados extremos elevados del firme y parte de los tornillos peligrosamente en la superficie), me detuve al ver que un humilde Ford Fiesta de los ochenta no parecía reducir su velocidad. No sin asombro ví cómo el conductor aceleraba y con estrépito y decisión, superaba como si fuera un "pegote de mantequilla" todo el desperfecto y la dificultad del resalto.




Así que cuando hace unos días me dio por leer algunas opiniones de los dueños de muchos Mudmaster de inmediato me vino a la memoria esa anécdota con el todo-terreno.

No deja de ser curioso que muchos usuarios de F-91, W-59 o F-105 van a tratar sus relojes (y, lo que es más notorio, también a superar) de una forma más brutal, y van a enfrentar con ellos más obstáculos que los dueños que adquieren modelos como los GWN-1000 Gulfmaster, GPW-1000 GravityMaster, o los mencionados GWG-1000 Mudmaster, hechos y pensados -en teoría- para una vida más dura que la de los mencionados modelos de Collection.

Tal es así que muchos de los propietarios de los G-Shock de este tipo ya aclaran y confiesan que su reloj no va a ver más luz que la de su oficina, ni mojarse con agua más "ácida" que la del lavamanos del baño.


Cierto que, en parte, tiene su razón de ser y su motivo bastante fundado, y es que mientras un W-59 te cuesta veinte euros, un Gulfmaster supera fácilmente los 500. Así que dañar el W-59 no tiene tanta preocupación como dañar el GWN-1000. Esto es verdad, pero si el Gulfmaster cuesta ese precio, ¿qué estamos pagando, en realidad? No estamos pagando únicamente un movimiento ana-digi de cuarzo, que en sí es bastante barato, sino un sensor pensado para determinadas tareas, en un emplazamiento estanco muy bien protegido, y una caja y materiales de primer orden diseñados, construidos y ensamblados para las condiciones más duras y el trato más rudo. Es eso lo que estamos pagando, y no solo un reloj para lucir en la oficina y dejar bien claro (aunque no lo afirmemos de viva voz y luego nuestro ritmo de vida sea todo lo contrario y totalmente sedentario) que llevamos una vida activa y que nos enfrentamos a las dificultades con valor y decisión, filosofía de la cual G-Shock ha hecho toda una experiencia.

La publicidad del Mudmaster de esta pasada Navidad, con una campaña donde se ven a bomberos y a brigadas de operarios apagando incendios con el GWG-1000 en sus muñecas (aunque todos sabemos que eso está muy lejos de la realidad, y en el mundo real y cotidiano, fuera de los focos de las cámaras, los que usan son relojes duros como ninguno, muchos de ellos Collection o G-Shock de los más humildes, tipo DW-5600, porque sus sueldos -y más los de las brigadas, con personal la mayoría subcontratado por empresas temporales y con sueldos míseros- no alcanzan ni en sueños a pagarse un Mudmaster-) indica claramente en qué mundo se inspiran y qué es lo que tratan de representar. El oficinista o ejecutivo de turno que lo adquiere, seamos honestos, el incendio al que más se ha acercado en toda su vida es el fuego de una barbacoa familiar, y el mayor peligro de inmersión al que se va a enfrentar su GN-1000 Gulfmaster es a la espuma de su baño o al cloro de su piscina.


Es obvio que esto no es impedimento alguno para que Casio se aproveche y los use de reclamo para sus G-Shock, al fin y al cabo no hay marca similar en el mercado. Pero no está mal, de vez en cuando, tener los pies en la tierra porque, si vas a gastar tu dinero en un enorme Toyota Land Cruiser o Nissan LP300 Navara que jamás van a pisar el barro, y encima vas a pagar una monstruosa cantidad de dinero en los neumáticos más grandes que usan, y en combustible que gastan para mover su enorme peso y su mayor fricción contra el suelo, ¿no es más lógico recapacitar y dejar que el sentido común nos guíe, y adquirir un Renault Clio o un Ford Fiesta, que están diseñados y pensados más certeramente para lo que los vamos a usar? Porque después llegan los lamentos y criticamos al Mudmaster por su tamaño, o al Gulfmaster por el acabado y particularidad de su correa, ¿no seremos nosotros los equivocados al empeñarnos en usar un GWG-1000 como si fuera un Edifice, y no elegir en su lugar variantes más "de vestir" que también en G-Shock las hay?

Lo más esperpéntico es ver que luego, en algunos foros, intentan hacernos comulgar con ruedas de molino insistiendo en que modelos como los Mudmaster no son grandes, ni gruesos ni aparatosos, y de que sus plásticos y aristas no se van a pelear con los puños de tus camisas. No, no son grandes ni molestos. Son lo otro.


| Redacción: Zona Casio