En uno de mis trabajos en el centro de acogida de una ONG había un empleado con el que me llevaba bastante bien, hasta tal punto que solíamos quedar fuera del horario de trabajo para acudir a algún espectáculo, o para dar una vuelta. Él se enorgullecía de su llamativo reloj de Rolex, y miraba la hora cada vez que giraba la muñeca con un aire de distinción y altivez monumental, como haciendo ver que podía lucir un objeto al que muy pocas personas podemos llegar.
Yo no me explicaba cómo podía haberse permitido un reloj de un precio semejante con el sueldo que le pagaban en una ONG, pero no tardé en descubrir que la auténtica realidad era bastante diferente: su reloj era una falsificación.
Pero a él le daba igual, en apariencia (y para un no entendido en Rolex) podía pasar por un reloj auténtico, y eso a él le bastaba.
Yo he tenido relojes de lujo. No me escondo si digo que hubo un tiempo (cuando trabajaba en la Administración, principalmente, antes de irme) que podía permitirme esas cosas. Podía entrar a una relojería y elegir el modelo de titanio que se me apeteciera sin mirar el precio (de hecho lo hice, pero esos días están muy lejos ya).
Sin embargo a medida que ha ido pasando el tiempo me he dado cuenta que me siento mejor con todo lo contrario. No me gusta ver que tengo un reloj mejor que mi compañero, mi amigo o mi familiar. Hace poco acudí a una reunión y decidí dejar todos los relojes de lado y llevar el que consideré más sobrio de todos: un W-720. Pero resulta que había personas con algún F-91, de modo que decidí ir mas bajo aún, y llevar conmigo a todas partes mi F-24. Más bajo que eso, imposible.
No se por qué me siento bien con los relojes más sencillos y simples del mercado. Quizá porque pienso que, en este mundo tan complicado que nos ha tocado vivir, cualquier exceso es una soberbia incalificable habiendo tantas personas pasándolo tan mal, no voy a decir lo típico de que no tengan ni para comer, pero sí que no tienen ni para vivir, ni para pagar la renta de sus casas o los libros de texto de sus hijos. También es verdad que ahora, aunque quisiera, tampoco podría permitírmelo, pero no es esa la cuestión. Con los años les vas dando más valor a las cosas por aspectos que no son solo el monetario. De hecho, cuanto más valor monetario tengan menos las llegas a valorar. Las aprecias por lo que significan, por el tiempo que el artesano invirtió en ellas y por lo bien hechas que están, por las piezas que la forman y que se pueden sustituir o reparar, y no simplemente por lo bonitas que sean o por la cantidad de colores lustrosos y brillantes que contengan.
A fin de cuentas, quien adquiere un Rolex original porque puede permitírselo no está muy lejos de quien lo adquiere falso, ambos buscan en el fondo lo mismo: diferenciarse por la exclusividad y la apariencia. Que todo el mundo les envidie por lo que tienen y que les saluden y sonrían por lo que poseen, y no por lo que son. Cuando nadie te saluda, ni te admira ni te halaga por llevar un simple F-91 esa, ahí, es donde está la auténtica virtud. Entenderlo no es fácil, y en esta sociedad de la apariencia y la imagen, comprender que un reloj es un instrumento mas que un lujo, tampoco.
| Redacción: Zona Casio
Estimados, disculpen mi ignorancia en tecnología, pero desde el cambio de formato del blog, no he podido acceder al contenido completo de los posts, pues se me pide una clave que no entiendo a qué se refiere. Cómo funciona?
ResponderEliminarHola Miguel, tienes que escribir la clave “zonacasio” en minúsculas, yo lo descubrí por azar.
ResponderEliminarCreo que el blog mejoraría todavía más si se pudiera mantener el formato antiguo que era fantástico aunque no sea tan completo en fotografías y contenidos como los archivos PDF y además poder descargar cada entrada en formato PDF para el que la quiera tener.
Personalmente prefiero tener las entradas con la misma extensión explicativa aunque haya que sacrificar imágenes e ilustraciones y poder completarlo el que quiera accediendo a la descarga completa en PDF, manteniendo de este modo el formato original.
hombre, que alegria ver que nos sigues leyendo, Miguel. Un placer verte de nuevo.
ResponderEliminarLa contraseña es tal como te dice Apolino, está a la derecha, en la columna de la home del blog, explicado.
Apolino, esa solución de momento no es factible, piensa en otra :D Además, no tendria misterio hacer la entrada dos veces, una para el blog y otra en pdf, porque si ya se pone en el blog cualquiera puede pasar la entrada a un pdf desde el menú de su navegador, hay extensiones para ello, seria un doble trabajo en vano. Intentaré encontrar un sistema alternativo que os sea más cómodo y os resulte más fácil, ya pensaré algo. Mientras tanto os pido perdón a todos los que os molesta tanto el pdf.
Me gusta la reflexión que los compradores de Rolex, por poner el más típico, buscan lo mismo tanto en un original, como en una falsificación, la diferencia es solamente de poder adquisitivo.
ResponderEliminarY reconozco que Rolex hace relojes estupendos, con una maquinaria genial, y unos acabados preciosos. El diseño atemporal, puede o no gustar, lo que está claro, es que a mi modo de ver, no valen lo que cuestan.
Coincido también en los relojes, sentirte cómodo con uno, no tiene nada que ver con el precio.
Yo por el contrario no estoy de acuerdo con la afirmación de los compradores de Rolex originales. Seguramente haya gran cantidad de gente que se lo compre para refregárselo a los demás, para generar envidia y diferenciarse y demás... Pero también hay muchos que se lo compran por lo que son, al margen si valen lo que cuestan, por gusto personal.
ResponderEliminarHola Nelbu y Apolinos, muchas gracias por su amabilidad en explicar la clave. Por supuesto que sigo leyendo este blog, lo hago todos lo días.
ResponderEliminarUn apreciado saludo a los dos.