Este artículo que publicamos hoy seguramente se ajustaría bastante bien a la temática de aquella serie de reportajes que difundimos no hace mucho bajo el epígrafe común de "Misterios en torno al reloj". Unos artículos, por cierto, de los cuales voy a contar una anécdota personal: cuando los publicábamos y lo anunciábamos en Twitter uno de nuestros lectores (Kokeriko Melilo) tenía la buena costumbre de "retwittearlo" a un programa de radio del que yo desconocía totalmente su existencia: "El ultimo peldaño", de Onda Regional de Murcia. Desde entonces me confieso un oyente acérrimo a ese programa de misterio, el cual, por supuesto, si os gustan estos temas os recomiendo también. Me encanta muchísimo la forma de llevar las entrevistas su presentador y director, Joaquín Abenza. Al contrario que otros presentadores de espacios parecidos (como Miguel Blanco de "Espacio en blanco", o Íker Jiménez de "Milenio 3"), Joaquín tiene una cualidad que me encanta, y que echaba de menos en este tipo de programas: la de dejar hablar a los invitados.
Los otros presentadores parecen querer ser ellos la estrella y tomar el protagonismo, sin embargo con Joaquín Abenza el protagonismo es de los invitados, de los que, en suma, van a contar su historia al programa. Miguel blanco, por ejemplo, tiene la feísima costumbre de interrumpir a las personas que entrevista con sus archiconocidas palabras: "no lo cuentes ahora, déjalo para el final", y resulta que el final nunca llega, porque siempre se les olvida, o se quedan sin tiempo, o se van por otros derroteros y la entrevista acaba llena de insustancionalidad y sin enterarte de lo importante.
Pero si Miguel Blanco es un desastre en ese aspecto (en otros es un gran profesional, que conste, por algo lleva tanto tiempo al pie del cañón, porque lo vale), Íker Jiménez lo es más, puesto que su afán de ir de superestrella de la radio hace que, sin querer -o queriendo- el protagonismo siempre lo quiera sobre su persona, resultando que una entrevista, que podría ser muy jugosa, acabe siendo un sesión soporífera de cortes e interrupciones sobre el hilo conductor que intentaba relatar el invitado sin conseguirlo casi nunca.
Sin embargo, como he dicho, con Joaquín Abenza no ocurre nada de esto, y puedes disfrutar con total plenitud de los interesantes temas y del conocimiento de las personas que aparecen en su programa. No se si es el mejor programa de misterio de todos los que existen (¡porque hay tantos!), pero sin duda es uno de los mejores y su relativo poco éxito se debe a que es un espacio regional y por eso relativamente poco conocido, porque en temática y en calidad el programa es soberbio.
Este artículo que hoy os traemos a Zona Casio viene, por tanto, a tocar un poco la temática que suelen abordar ese tipo de programas de radio. Hablamos de un probable e hipotético futuro en donde el afán por controlar a la población (algo intrínseco de prácticamente todos los gobiernos, por muy democráticos que aparenten, -y si no que se lo digan a Snowden-) unido a la tecnología llega a hacer posible una tentadora idea: la de controlar el tiempo. No el tiempo como una fuerza dentro de la mecánica cuántica (si es que existe, por cierto, lo cual tampoco queda muy claro), sino el tiempo como elemento vital y esencial de controlar a su vez a una persona o a un grupo numeroso de población.
Ya hemos hablado en anteriores ocasiones de la revolución que supuso en su día la introducción de los relojes en el mundo industrial del siglo XXI y principios del XX, en donde, gracias al control de ese tiempo (y a que el reloj no era tampoco un instrumento tan generalizado como lo es hoy en día, por desgracia para los obreros, por supuesto) el empresario podía "arañar" (o "racanear", si se me permite la expresión) unos valiosos dos o tres minutos (¡o más...!) de la jornada de sus empleados, lo que suponía que al final de mes los obreros acababan acumulando para su empresa horas de trabajo totalmente gratis, con la simple argucia de atrasar convenientemente el sonido de la alarma o sirena con sutileza cada final de turno o descanso.
Con la llegada de los nuevos relojes radiocontrolados, y ahora de los nuevos modelos (como el ultimísimo GPW-1000 de G-Shock) con actualización horaria por GPS, se abre la puerta a una amenaza que tiene mucho de ciencia-ficción, pero también algo de terrorífica posibilidad: la de que nuestros relojes de muñeca también "nos mientan". Alguien puede pensar: "bien, nos pueden corromper los relojes de muñeca radiocontrolados, pero, ¿y los relojes de nuestros smartphones? ¿Y los de nuestros navegadores o de nuestro escritorio o cocina? Eso es más complicado". Recordemos que estamos hablando de un posible futuro, no de algo de hoy para mañana, e imaginémonos que, al igual que ahora la mayoría de movimientos son de cuarzo, no sería muy extraño pensar que puede que en unos años (tal vez en varias decenas de años) los relojes sean todos radiocontrolados. Tanto los que usamos en nuestra muñeca, como los que tenemos en nuestros aparatos de bolsillo, televisiones y demás. Claro, supuestamente eso es mejor para todos: actualización y ajuste inmediato, cambio de fecha automático sin tener que hacerlo ni preocuparnos nosotros de ello... Y, sobre todo, un reloj siempre exacto gracias a la precisión de las estaciones de relojes atómicos. Pero ¿y si esto no fuera así? ¿Y si alguien -gobiernos, países aliados, o grupos de poder en la sombra como el G7 o el Club Bilderberg (del cual se dice, por cierto, que está detrás de hechos muy importantes en la historia, el último la abdicación del Rey de España ni más ni menos) entre otros- decidiera hacerlo? ¿Quién se enteraría si su reloj, actualizable automáticamente, adelantase o atrasase unos cuantos minutos durante un día, o en una determinada ocasión? El poder que otorgaría algo así sería inmenso. Y da igual que preguntases a tus vecinos o amigos por la hora, porque él también lo tendría desajustado lo mismo que tú.
Imaginémonos que queremos acudir a una manifestación anti-sistema (o anti "lo que sea") que molesta al Gobierno de turno. Con este "poder" en sus manos, dicho Gobierno podría atrasar varios minutos los relojes, haciendo que muchos no puedan acudir por razones tan simples como que pierdan el metro, el tren o el autobús. En otros casos podrían adelantarles el reloj a la población para hacer que lleguen antes a sus casas y tenerlos más temprano y con más horas de sueño para que puedan rendir más al día siguiente, y los fines de semana, sin embargo, acortar sus horas de borrachera (o divertimento...).
Ahora bien, ¿tecnológicamente podría hacerse? Está claro que es muy complicado pervertir la hora de un reloj atómico, más que nada porque estropearlo y volver a repararlo no es sencillo ni barato. Pero sí que es mucho más fácil gestionar las antenas que transmiten ese horario, y que son los intermediarios auténticos y más importantes. Incluso mediante software se podría dar la orden a distancia para que se atrase (o se adelante) el tiempo en determinadas regiones del planeta que cubra esa señal de emisión, y hacer lo contrario con otras partes del mundo.
En cuanto a los relojes GPS se podría llegar a ordenar al satélite que envíe datos erróneos para que el reloj realice los cálculos con resultados incorrectos, y conseguir el mismo propósito. La verdad es que las consecuencias que podría tener todo ello asustan un poco. Por supuesto, como hemos dicho antes, a día de hoy algo así es inviable, entre otras razones porque hasta a los relojes radiocontrolados se les puede desactivar la recepción. Pero si nuestros relojes cotidianos pasan a ser modelos totalmente dependientes de un sistema de radio-recepción, ¿quién nos asegura que la hora que leemos en ellos será la que realmente es? Y más inquietante aún, si pueden llegar a atreverse a controlar nuestro tiempo, ¿cuantas cosas más no tratarían de hacer todos esos poderosos "agentes en las sombras" para dominar nuestros actos, nuestras inclinaciones, e incluso nuestros pensamientos? ¿Llegará un día en que el reloj autónomo, a pilas o con remonte manual, sea el instrumento más peligroso y temido -y tal vez por ello, prohibido- del mundo? No dudes en que si lo consideran necesario, harán lo posible por eliminarlo de la ecuación. Como ha ocurrido con la televisión analógica o con los, antaño tan usados y hoy prácticamente desaparecidos, sistemas de detección de radares.
Por fortuna el cuarzo no es un material que vaya a escasear en la industria -al menos a corto y medio plazo-, pero tranquilo: ya inventarán alguna excusa si necesitan quitar esa tecnología de en medio.
| Redacción: Zona Casio
Coincido totalmente con lo expresado en la entrada. El Último Peldaño es un programa excelente en todos los sentidos y, bueno, lo de Iker Jiménez es un circo (no olvidemos, además, sus meteduras de pata, secciones chorras, sus batallitas y bendiciones...)
ResponderEliminarAfortunadamente contamos con internet para disfrutad de El Último Peldaño en cualquier lugar.
La verdad es que lo que más asusta de la posibilidad que planteas es que, viendo cómo está el mundo y el sentido que están tomando las cosas, es muy probable que nos puedan controlar también de esa forma (no olvidemos que los teléfonos inteligentes son un excelente método de control).
Un saludo.
Completamente de acuerdo con lo de Miguel Blanco, no hay cosa que me moleste mas que esa dichosa "frasecita". Muchos se han quejado y no se por qué lo sigue haciendo, si al final no sirve de nada. supuestamente es para conseguir que estés atento, como si el programa fuera unreality show o algo así.
ResponderEliminarEl Último Peldaño es uno de los espacios con más solera en temática del misterio, y a mi me encanta sobre todo la temática OVNI que suelen tocar a menudo, al contrario que los otros programas que suelen hacerlo muy de cuando en cuando.
Genial artículo que despierta y por qué no, anticipa, muchas dudas dignas de la novela 1984. Me encanta la variedad de artículos que haceis siempre en torno a los relojes.
Muy bueno el artículo, de eso no hay duda, pero creo que las posibilidades de que ocurran hechos de ese tipo a corto o medio plazo, son pura ciencia ficción, muy lejano de la realidad.
ResponderEliminarSon muchos los motivos, empezando porque el 99,99 % de la gente no tiene un radiocontrolado y es muy hipotético que en un futuro cercano ese porcentaje varíe siginificativamente, y para poder controlar a la población mediante un reloj así, hace falta que lo llevase un porcentaje altísimo de gente (todavía lleva la gente f-91, y relojes de más de 20 años...).
Luego las "barreras" que habría que controlar son muchísimas, aparte de los relojes; hay medios de comunicación de todo tipo: prensa, radio, televisión, y sobre todo Internet. En fin... que controlar tantos parámetros, tanto tecnológicos como sociales, es demasiado utópico. Quizás en un futuro muy muy lejano...
No es necesario que desaparezcan los relojes tradicionales. Pues estos han de ser ajustados, tomando otro reloj como referencia. Yo, para ajustar mis relojes de cuarzo y mecánico, utilizo uno radiocontrolado. Pero otras personas usan el reloj del móvil o la TV, que ambos son ajustados automatica y remotamente.
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