Aunque el caso es digno de estudio, incluso de tratamiento psicológico, y sin duda merecería un análisis mucho más profundo, me he decidido a compartirlo con todos vosotros porque me ha llamado enormemente la atención, y es una muestra sobre lo que los adultos (y especialmente los educadores) podemos influir sobre los más pequeños, sea para bien o, como en este caso, para mal. Porque con nuestras acciones podemos crear no solamente un trauma, sino marcar a un niño para toda su vida adulta.
Miguel Ángel Santos Guerra describe en su blog de La Opinión de Málaga el caso de una mujer a la que, de pequeña, le trataron de enseñar a interpretar la hora. Pero lo hicieron con tan mala fortuna y de una manera tan nefasta que la dejaron traumatizada para toda su vida, hasta el punto de que ahora ni siquiera puede tolerar la idea de llevar un reloj en su muñeca.
El caso es verdaderamente impactante y su propia protagonista lo cuenta en el blog que he puesto más arriba, en donde, y a pesar del tiempo pasado, se nota todavía la angustia que pasó en aquellos momentos.
Eso me hizo recordar cuando aprendí la hora analógica, no recuerdo ni los años que tendría, solo recuerdo que llevaba un pequeño papel por la calle e iba estudiándolo, repitiéndolo una y otra vez. En él llevaba escrito:"...y cinco; ...y diez; ...y cuarto...", y así sucesivamente. Paradójicamente la hora analógica no me la enseñó nadie. Mis padres (y todos en mi casa) odiaban ese formato, y aún a día de hoy la mayoría de mis familiares más cercanos tienen un reloj analógico, no digital. Así que cuando mi madre puso en mis manos mi primer digital (nunca olvidaré ese momento, ¡un reloj con luz!, era el súmmum) ni siquiera se molestó en explicarme para qué servían aquella cantidad de números. Yo tampoco entendía qué era lo de "AM" y "PM", pero acabé descubriendo que daba la hora exacta igual, así que no me importaba. Luego sería yo quien les explicase a los demás cómo funcionaban esos relojes y sus misterios. Hoy no haría falta. Accederíamos a Internet y lo veríamos en un segundo, pero a principios de los ochenta Internet éramos nosotros en el parque.
Volviendo al caso de la chica que cuenta Miguel Ángel, yo no soy psicólogo, y no me aventuraría a dar soluciones en casos así, pero mi consejo sería que intente utilizar un reloj digital. Puede que con un formato de hora diferente, que poco o nada tiene que ver con el analógico, se sintiera mejor. Porque tener que vivir con ese trauma verdaderamente ha de ser muy duro.
| Redacción: Zona Casio
Bonito artículo. No lo conocía, a pesar de que soy de Málaga y aquí vivo, en esta bendita tierra...
ResponderEliminarBuena entrada y buen articulo.
ResponderEliminarCon los peques hay que ser muuuuuy cauto y muuuy cariñoso con segun que cosas.
Francisco Rivero, totalmente de acuerdo contigo: bendita tierra
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ResponderEliminarque historia mas cruenta la de esa pobre chica, da repelús leerla.
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