Hay una teoría que lleva tiempo pululando por diferentes sitios, especialmente en páginas de corriente conspiranoica, y a la que, con motivo de todo lo teorizado sobre el 2012 y el "fin de ciclo" se le ha dado un nuevo impulso. Según argumentan los que la defienden, nuestro planeta ha ido cambiando su velocidad, de manera que ahora estaríamos en días no de 24 horas, sino de 16 horas. Como nuestros relojes deben medir el tiempo de 24 horas en sólo 16, para recorrer el día completo se estarían "acelerando", y por éso nos parece que las horas "pasan volando". Que nunca tenemos tiempo para nada.
El concepto de tiempo es algo tan abstracto que esta teoría perfectamente podría ser verídica y nosotros no habernos dado ni cuenta. Quizá no con un día de 16 horas, pero sí con uno de 20 o 22.
De hecho, cuando le explicas estos argumentos a una persona, la mayoría suelen responder que ahora empiezan a caer en la cuenta de muchas cosas, y de por qué el día se les hacía tan corto.
Sin entrar a valorar su vericidad o no (entraríamos en aspectos bastante controvertidos), lo que de inmediato te preguntarían un gran número de gente a quienes les expongas la teoría es que a quiénes compensa el tratar de ocultarla. Quiénes salen más beneficiados de que nuestros relojes midan 24 horas en un tramo que sólo es de 16. Por de pronto, beneficiaría a todas las multinacionales, a toda la industria, que estarían pagándoles a empleados por producir más y más rápido. Además, esos trabajadores estarían haciendo su labor en periodos de tiempo más cortos, con el consiguiente beneficio al acortar los plazos.
Beneficiaría también al consumo: en 16 horas consumiríamos lo que antes haríamos en 24, y esas al cabo de un mes son muchas horas de consumo "extra". Incluso hasta en los espectáculos saldrían beneficiados. Los propietarios de clubes de fútbol -por poner un ejemplo- estarían cobrándoles a los espectadores una entrada por el mismo precio que antes, pero verían partidos más acortados en el tiempo.
Bueno, digamos que hay varios inconvenientes por los que toda esta teoría no se sostiene. En primer lugar el tiempo ya no se mide por el sol ni por los movimientos de rotación de la tierra en el espacio. Si nuestro tiempo lo controlasen relojes de sol, ciertamente podríamos tener variaciones que, llegado el caso, tendrían que obligar a modificar las escalas que dividen su esfera en grados. Pero no ocurre así.
Para los amantes de lo conspiranoico tal vez les resulte más atractiva la idea de un acuerdo mundial, oculto entre los gobiernos de determinadas naciones. Puede que controlen el tiempo que difunden las emisoras de radio y televisión, incluso modifiquen la señal de radio que llega hasta los relojes radiocontrolados, pero otros muchos relojes poseen su propio contador interno. Los relojes más exactos de Casio pueden variar 15 segundos al mes como máximo, y no dependen de nada exterior para hacerlo. Con un reloj así podrían "engañarte" o robarte tu tiempo en esos 15 segundos, pero no más. Porque te darías cuenta al notar que tu reloj atrasa (o adelanta) de manera desproporcionada respecto al horario oficial.
Ahora bien ¿es posible medir días de 16 horas? Lógicamente sí, sólo hay que modificar el algoritmo del reloj para que en lugar de doce horas cuente ocho. Los más escépticos preguntarán si es posible hacer "la prueba del nueve" para confirmar que todo esto sea así, que no vivimos en un engaño absoluto orquestado a nivel mundial.
Podemos poner nuestro reloj digital al horario de 12 horas, y ver cuándo pasa de AM a PM (o viceversa), y si en la llegada de la noche (en horario de verano se puede comprobar muy bien) estamos en el exterior completamente a oscuras o está anocheciendo. Si está anocheciendo, a no ser que vivamos en Laponia, podríamos empezar a preocuparnos.
Pero los más incrédulos también tienen respuesta para eso, y dicen que esas comprobaciones no son útiles, porque no es el instrumento el que falla, sino los herzios en los que se mueve (o vibra) el planeta (de 7.8 hz habría pasado a 12 hz). Que para verificarlo habría que ir más allá incluso contando de diferente manera los segundos y milisegundos. Dicho de otro modo: el cuarzo de nuestro reloj (o el volante de nuestro reloj mecánico) no estaría dividiendo los tramos de tiempo correctamente. A grosso modo, y para que todo el mundo lo entienda, sería como un péndulo que en lugar de medir de segundo a segundo, midiera cada dos segundos. O un reloj digital cuyo segundero fuera de dos en dos, pero en la pantalla se visualizara un incremento de uno en uno. En este supuesto lo que antes eran 60 segundos, ahora serían 120. Nuestro reloj seguiría informándonos de lo mismo, las noches y los días seguirían coincidiendo con sus horas, pero el tiempo real se habría acortado a la mitad.
| Redacción: Zona Casio
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