Hay una canción de un grupo musical que habla precisamente de eso, de cómo un señor, que recala en la gran ciudad, se le hace cuesta arriba el día a día por no poder ver el mar.
En mi caso viví mucho tiempo en un pueblo del interior, y allí se llevaba ir al puerto los fines de semana (puerto de montaña, me refiero); fue en mi adolescencia cuando recalé en una ciudad marítima y, desde entonces, el mar se ha impregnado profundamente en mí.