A finales de los años noventa Casio tenía una gran problema. La mayoría de los módulos de los relojes que comercializaba estaban dotados de aquellas arcaicas pilas CR2016, y su autonomía era ridículamente baja: apenas dos años de duración.
Lejos quedaban ya sus gloriosos años ochenta, durante los cuales habían desarrollado sus mejores módulos (de los cuales siguen tirando en no pocos relojes, apenas hay desarrollos realmente nuevos desde entonces), con toda su algorítmica. En aquellos tiempos la durabilidad de las pilas era un aspecto al que no se le prestaba demasiada atención. Es cierto que Casio -como tantos otros fabricantes- se introdujo en el mundo de la tecnología solar, ofreciéndonos estupendas realizaciones de relojes "dual power", capaces de extender la vida de sus pilas haciendo uso de células fotovoltaicas. Pero ahí se acababa la historia y, por lo general, no fue más allá en la mayoría de marcas de entonces.