La marca Sava fue una firma histórica en el panorama del motor español. Durante décadas, colaboró eficientemente a proveer a los profesionales del transporte por carretera de vehículos comerciales (incluso de bastante tonelaje, como el Sava S-70 o el Sava S-511), en unos tiempos donde la oferta escaseaba. Con el paso de los años, la llegada de competencia extranjera y, como por desgracia suele ser tan habitual, una azarosa historia de vanidades y envidias, acabaron con ella. El entonces Instituto Nacional de Industria (INI), bajo su "filial" ENASA (Empresa Nacional de Autocamiones, S.A.) la compró para que no le hiciera competencia (Sava iba a unirse con Barreiros, y las dos formarían un grupo más potente que la propia ENASA) y la incorporó a su firma principal de modelos para el transporte: Pegaso. Gracias a ella, la icónica Pegaso pudo ofrecer una furgoneta ligera, la Pegaso J4, que no era más que una Sava J4, combinando ambos logos sobre la carrocería.
El Lancia Stratos era todo lo contrario. Gestado con vistas específicamente para la competición, su lanzamiento comercial se hizo por obligación para poder competir en rallies, en donde durante algunos años de los setenta fue líder indiscutible, arrasando por allí donde pasaba.