Hubo un tiempo, tras el lanzamiento del DW-500 y antes de la llegada de Baby-G, cuando G-Shock no era la marca tan distinguida (y distintiva) que es ahora, en donde los G-Shock se aprovechaban de los módulos de los modelos Collection. Hasta tal extremo que algunos llegaron a montar módulos de las variantes de los W, e incluso hubo alguno con el que Casio llegó más allá, montando módulos de los mismísimos F Series, módulos muy parecidos a los que hoy llevan los F-91.
Estos G-Shock disponían, además, en muchas de sus variantes (como este DW-630 que veis en las imágenes) de pulsadores muy bien protegidos. No llegaban a estar hundidos en la caja, pero sí estaban muy bien salvaguardados por su bisel de generosas dimensiones, y que era sin ningún género de dudas la pieza más notoria y vistosa de todo el reloj. No en vano era la pieza -o una de ellas- que le daba nombre y sentido a estos modelos.