No, tranquilos, no vamos a hablar de política. Vamos hablar más bien de historia, y de la historia que más nos motiva e interesa: de la historia de Casio. En 1974, como bien sabes, Casio presenta su primer modelo digital bajo una marca específica: CasioTron. Era el QW02. A partir de él, y hasta finales de esa década, comienzan a sucederse un lanzamiento tras otro, cada cual más completo e interesante.
Durante los ochenta fue la gran explosión de los digitales, estos modelos coparon el mercado y lideraban las ventas. Casio tuvo un papel destacadísimo allí, pero también recogía los frutos de algo sembrado mucho antes.
Los digitales de los últimos años setenta compartían muchos elementos y características de los CasioTron (por ejemplo, la activación de la señal horaria o el cambio de dígitos por unidades, y no por decenas como ahora), y a la vez, algunos elementos que a posteriori Casio aplicaría a sus sucesivos relojes.
Estos últimos relojes de los setenta, y aun llevando ya la denominación de Casio y no de CasioTron, supusieron un paso intermedio entre estos y aquellos, y se pueden considerar, por tanto, los últimos coletazos de los CasioTron como tales.
Entre esos modelos encontramos los F-80, los F-100 y los F-200. También vemos allí interesantes modelos de caja de metal, como los 52QS-14B (en el que se inspira el actual A1100), o el 79QS-39 (ambos modelos "estándar" con cajas chapadas; recordemos que los modelos con cajas de acero macizo eran los CS). En otros, Casio iba añadiendo cajas de resina, pero combinándolas con cristales minerales e interiores de acero, logrando realizaciones de gran calidad.
Para todo el aficionado, pues, de CasioTron, estos últimos modelos no son más que la última evolución de una exitosa línea que daría lugar a memorables gamas posteriores, como la de los Marlin, los HD, o los mismísimos G-Shock.
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