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1.22.2023

Los apuntes de Cockey: riesgos por ingesta de baterías de reloj





Hace ya un tiempo nuestro Embajador de cabecera publicó una de esas noticias que, aunque la comentamos por encima, tal vez no recibió toda la atención que hubiera debido entre otras cosas por desconocimiento de los que estábamos presentes en ese hilo de comentarios.

Se trataba de la adopción por parte de un fabricante de baterías de botón (las que emplean los relojes) de un recubrimiento de sabor amargo (Bitrex -benzoato de denatonio- creo recordar que era; una sustancia que muchos habéis experimentado durante la pandemia pues se emplea para evitar el uso "recreacional" del alcohol sanitario y geles hidroalcohólicos y que dejaba un sabor amargo en las manos si distraídamente te tocabas la boca; posiblemente más de uno sepáis de qué estamos hablando).



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Lo cierto es que pocas veces los fabricantes implementan algo en sus productos que suponga un gasto si no es por un beneficio inmediato, así que la noticia sorprendía un poco por este lado.

Dado que yo aporté mi discreta experiencia en el tema y en cierta manera contribuí a crear una cierta tranquilidad sobre el riesgo de ingesta o atragantamiento con estas pilas de las que estamos hablando, me gustaría hoy ampliar lo que he podido averiguar a posteriori y de lo que creo que convendría que fuéramos muy conscientes dado el uso que hacemos de este material en nuestra afición (luego ampliaremos sobre porqué nos afecta muy directamente).

Atragantamiento
En primer lugar, decir que el riesgo de atragantamiento, entendiendo esto como un bloqueo de la vía aérea tal que pudiera comprometer la vida del afectado, no es excesivamente grande, al menos no tanto en comparación con el riesgo en el que se incurre en caso de ingesta. El motivo de esto es que, para que se dé el atragantamiento es necesario que la pila de botón siga un camino que no es el habitual y que es más difícil que ocurra en comparación con la deglución, que es prácticamente un reflejo automático para los niños de corta edad (y aprovecho aquí para decir que este tema se va a centrar en esta población, en niños menores de 6 años, edades a las que ocurren prácticamente la totalidad de los accidentes; especialmente en los menores de 4).

También es más difícil que una pila, por su forma, produzca una obstrucción completa de la vía aérea (recordemos que laringe, tràquea y bronquios, a diferencia del esófago, son estructuras relativamente rígidas en forma de tubo que no "colapsan" sobre un cuerpo extraño que pudiera quedar alojado en ellas, haciendo más difícil que una pila pueda bloquear completamente la luz de dicho tubo comprometiendo así el flujo total del aire que transita por ellas). Este efecto es más fácil que ocurra con objetos esféricos o cilíndricos y aún lo harán "mejor" materiales elásticos que puedan adaptarse fácilmente a ese "tubo rígido" que decíamos antes (como nemotécnico a las salchichas se les ha llamado en más de una ocasión "el alimento perfecto" para provocar una obstrucción respiratoria de las que estamos hablando).

Sin embargo, que esto sea difícil no significa que sea imposible y todo atragantamiento a estas edades es potencialmente grave y debe ser tratado con celeridad. Una cosa no quita la otra.

Pero vamos a la parte que es realmente preocupante, la...
Ingesta o deglución
Dicho en otras palabras, qué pasa cuando un niño de corta edad (aunque lógicamente hay reportados casos en todas las edades. El hombre es un ser sorprendente) ingiere accidentalmente una pila de botón.

Pues ocurre algo muy peculiar que los que veníamos de "la vieja escuela" no teníamos tan asumido y es que de un tiempo a esta parte, aquello que parecía que era más una anécdota que una urgencia real, ya ha dejado de serlo y ahora hay que abordarlo muy seriamente.

Y es que antiguamente las pilas de botón eran algo menos usado pero también algo diferente.

Algo de química
Si recordáis hablamos una vez de que las pilas salinas (de las generación anterior a las alcalinas) conservaban mejor su carga a baja temperatura, de ahí el truco de almacenarlas en la nevera. Dijimos también que esto ya no era así, o al menos lo era en una escala muy inferior, dado que la tecnología había cambiado, en concreto los químicos que generaban la producción eléctrica habían cambiado.

Pues ahora (y desde ya los años 70, pero su uso se ha ido extendiendo cada vez más) la reacción química más frecuente es aquella que nos da el par litio-dióxido de manganeso o lo que es lo mismo las que llamamos "de litio" o que llevan, al igual que muchos Casio que hicieron suya esta innovadora batería en su momento, la palabra "Lithium" en ellas (fijaos que en la numeración de las que vamos a hablar, las de litio, ahora el código alfanumérico empieza por una "C", como en "CR2032" o CR-2016"). Ojo que estamos hablando de baterías no recargables, donde el litio en forma metálica actúa como ánodo de la pila. Las recargables de ion litio o de polímero de litio, pese a los riesgos que pueden tener, no son de las que estamos hablando ahora.

Pues volviendo a lo que decíamos, el riesgo principal que había antes con las pilas de otras tecnologías químicas era que se abrieran y el ácido que contenían pudiera liberarse y producir lesiones locales en la mucosa digestiva o que los metales pesados (recordemos que no hace tanto aún estaba permitido el uso de cadmio y de mercurio) que contenían pudieran absorberse y causar daños a medio plazo. En todo caso con esta tecnología no se solía considerar la ingesta de estas pilas como de alto riesgo y se solía actuar como con las ingestas de monedas, es decir vigilando su evolución dentro del tracto digestivo y solo en casos muy contados se decidía extraerlas (tampoco estaban las técnicas endoscopias tan desarrolladas como ahora y había que tener muy claro si el riesgo de utilizarlas las justificaba).

Sin embargo, y aquí viene la "gracia", con las baterías de litio (a partir de ahora cuando diga "de litio" me refiero a las que he dicho antes, las de botón no recargables tan típicas de los relojes actuales) las reglas del juego han cambiado completamente.

Algo de electricidad
El peligro ya no radica en el contenido, sino en la acción eléctrica de la pila. Como veis un cambio de paradigma respecto a tecnologías anteriores.

Si recordáis también creo que dijimos tiempo atrás que estas pilas tenían una gran carga eléctrica (por eso las eligió Casio cómo fuente energética en sus icónicos relojes "10 years battery") pero que además la entregaban de una forma más estable que las generaciones precedentes. El caso es que también, en circunstancias de mal uso (y si están dentro de un cuerpo humano no suele ser síntoma de buen uso) como por ejemplo un cortocircuito, la descarga puede ser muy rápida y también bastante grande.

Y en estos casos que nos preocupan la descarga es lo suficientemente importante como para producir lesiones graves, muy graves, gravísimas en el punto donde estén localizadas.

Y un pelín más de química
Pero ahí no acaba la gracia (si es que a estas alturas aún tiene gracia alguna) sino que además se produce otro efecto menos esperado pero igual de peligroso. ¿Recordáis que lo que hace que dentro de una pila se genere un campo eléctrico es una reacción química que produce un flujo de electrones? Pues del mismo modo, o inversamente a ese modo para hablar con propiedad, esos electrones en un medio rico en sales en dilución puede inducir a su vez una reacción química entre esas sales de las que el cuerpo humano es precisamente muy rico en ellas.

Y una de esas reacciones es precisamente la formación de hidróxidos, famila que os sonará de los hidróxidos sódicos y potásicos que son la base química de las lejías y las sosas cáusticas, agentes nada amistosos con los delicados tejidos biológicos contra los que, casualmente, el aparato digestivo está muy mal protegido (recordemos que las sustancias químicas que producen la digestión las conocemos como "ácidos digestivos", y sabemos por la química del colegio que los ácidos son justo lo opuesto de las bases, así que el aparato digestivo está diseñado contra los primeros al precio de quedar muy expuesto ante las segundas.

El tamaño sí es lo que importa
Y por si todo esto que llevamos dicho no jugara ya en nuestra contra, añadamos un tercer factor: ¿recordáis que estamos hablando de pilas que empiezan por CR -la C indicaba que eran de litio-? ¿Os habéis fijado en qué número suele seguir a esas letras? Veamos: 2032, 2016, 2020, 2025... ¿vemos una pauta? pues sí, el "20".

¿Y recordáis de cuando hemos hablado del tema que esas dos primeras cifras eran los milímetros de diámetro de la pila? (y ya sabéis que el par final corresponde al grosor en décimas de milímetro, por eso a veces nos tomamos ciertas licencias en el intercambio entre medidas cercanas si no encontramos la adecuada y el espacio libre en la caja del reloj así nos lo permite).

Pues mire usted qué casualidad que ha coincidido esta medida tomada arbitrariamente con el diametro máximo del cardias, la válvula que separa el esófago (ese conducto que lleva la comida desde nuestra boca hasta el estómago) del estómago de un niño de corta edad (ya hemos dicho que la inmensa mayoría de los casos se dan en niños de menos de 6 años, y muy especialmente en menores de 4).

Con esta desgraciada coincidencia de dimensiones entre las pilas con estas medidas cada vez más extendidas por una parte y el tamaño esofágico por otra, el riesgo de que esa pila quede ahí encajada como podéis imaginar es bastante alto.

Y si añadimos que anatómicamente esa válvula es un esfínter y como tal un músculo que requiere un gran aporte en forma de irrigación sanguínea para poder trabajar, justo tenemos la combinación perfecta: una mucosa relativamente frágil, tirando a muy frágil contra las posibles quemaduras eléctricas y térmicas (por si no lo habéis notado nunca, una pila cortocircuitada se calienta mucho y muy rápido), que además es extraordinariamente frágil ante las corrosivas bases como los hidróxidos que se están formando en ese punto de contacto y que, maravillas del diseño humano, alberga unos vasos sanguíneos aún más frágiles cuya rotura provoca una hemorragia de las más temidas por cualquier profesional de las emergencias y que tiene una alta probabilidad de ser gravísima o directamente mortal. 

Aprovechando la circunstancia...
En resumen, que ahora que gozamos todos de una sensibilización de unos cuantos minutos gracias a haber visto desfilar ante nuestra visión mental mientras leíamos todo esto a diversidad de hijos, sobrinos, hijos de amistades, vecinos revoltosos y demás criaturas solapándose con las imágenes de ese último cambio de baterías en el cual no prestamos demasiada atención a qué hacíamos con el material que iba quedando libre...

...vamos a concienciarnos: 
Las pilas de botón son algo potencialmente MUY PELIGROSO. Cierta medidas más y ciertas medidas menos, determinadas tecnologías mucho más y determinadas otras un poquito menos, pero todas pueden acarrear problemas y hay que ser muy responsable en su manejo. Tenedlas siempre a buen recaudo, tanto a las nuevas como a las usadas, y fijaos también en qué aparatos hay por casa que lleven este tipo de alimentación porque no todos son tan difíciles de abrir como nuestros amados Casio y a veces dejamos a los niños cosas para que jueguen o simplemente a su alcance de las que hasta ahora teníamos la excusa de la inconsciencia pero que ahora, afortunadamente, ya no la tenemos. Y como por desgracia las cosas malas a veces también suceden, vamos a evitar entre todos que eso sea así.


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