¿Volverán a subir de precio los relojes de Casio?

Hace poco hablaba con una persona, que no citaré, que me decía que los relojes de Casio son buenos, pero para lo que ofrecen son caros. Que por lo que cuesta un Master of G, uno puede comprar un reloj con cristal de zafiro, de caja de metal - e incluso de titanio -. Claro que no en digital, ya que un modelo así no existe en ese formato.

No voy a quitar o dar razones aquí, lo cierto es que es verdad que, todos los años, Casio suele subir los precios de sus productos. Ya es difícil encontrar uno de sus relojes por menos de 20 €, aunque en realidad modelos como sus W-202 siguen siendo sumamente competitivos. Porque tampoco hay que negar que hace no tanto, cuando el W-720 campaba a sus anchas por las tiendas, uno lo adquiría por 25 € (yo llegué a comprar varios), y el W-202, que en esencia viene a ser el mismo, no ha subido mucho de precio (oficialmente cuesta 25 € también, a día de hoy). Y eso pocas marcas pueden decirlo, queramos verlo o no.




Por ejemplo, en el mundo del automóvil, por menos de 6.000 € uno salía del concesionario a principios de los noventa con un flamante Renault 4. Y ni siquiera el Dacia/Renault Sandero cuesta eso (el modelo más básico de la gama, el Access 1.0 SCe de 75 CV, nos sale por 7.700 €).

Pero también es verdad, por otra parte, que la tecnología se ha abarato, y eso le permite a Casio seguir teniendo beneficios, aunque sus modelos más asequibles (W-59, F-91 o el mismo W-202) sigan - en cierta manera al menos - manteniendo sus precios. Por ejemplo, un teléfono móvil básico a finales de los años noventa, costaba varios cientos de euros (por eso la mayoría de compradores tenían que anclarse a un operador, si querían un móvil más o menos "decente"), mientras que ahora podemos comprar uno con bastantes cosas más, a un precio que ni siquiera llega a los 100 €. En definitiva, que la tecnología a esos niveles (no comparemos con smartwatches o smartphones, eso es otra cuestión) es enormemente asequible.


Aún así, hoy te pedían por un W-59 de aquellos con caja en acabado blanco, 30 €. Y los nuevos F-91 traslúcidos tienen un precio que, visto fríamente, resulta muy difícil de argumentar (rondan también esos 30 €). No hablemos ya de los AE, que fácilmente llegan a rozar los 40-50 €, y eso a pesar de que todos ellos comparten de todo (cajas en muchos casos, correas, y por supuesto circuitería, con un módulo con idénticas funciones). Y eso es difícilmente explicable si volvemos al ejemplo del automóvil que hemos puesto arriba. Porque ciertamente un Sandero es un "poquito" más caro hoy que el R4 de hace treinta años, pero en tecnología, acabados, materiales, seguridad, y un larguísimo etcétera, el Sandero no tiene nada que ver con un R4 de aquellos años: incluye frenos de disco ventilados en las ruedas traseras, asistencia de frenada, asistente de arranque en pendiente (HSA), sensor de presión de neumáticos, ABS, sistema de asistencia a la frenada, dirección asistida... Una larga retahíla de elementos que el R4 no podía ofrecer ni en sus mejores sueños.

Ese símil en los relojes de Casio no ocurre, porque un W-202 de hoy no varía en casi nada a un W-720 de hace más de esos treinta años. O dicho de otra forma: es como si hoy fuésemos a un concesionario a comprarnos un Renault 4, y nos pidieran por él lo que cuesta un Renault/Dacia Sandero, pero nos llevásemos las cuatro ruedas y un motor que era, prácticamente, lo único que tenía el R4. Y eso sí que no tiene mucha lógica. No es algo competitivo para el cliente, en suma.


Pero la dependencia de Casio, histórica, al plástico y a las resinas le puede pasar además, próximamente, una dura factura, encareciendo aún más sus precios, ya nada competitivos ahora, como acabamos de ver. Y es que si el borrador, o el proyecto de ley que la Comisión Europea quiere desarrollar sigue adelante, con el fin de aumentar sus recursos propios, estrenarían nuevos impuestos. Y uno de esos nuevos impuestos tiene como objetivo los productos hechos con materiales plásticos y resinas. Así, además del impuesto que todos pagamos por ser un producto electrónico, habría que añadir un plus más a su precio, en forma de impuesto por estar construido en resina. La intención tras este impuesto - aparte de recaudar, como acabamos de decir, obviamente - es desincentivar al consumidor en la adquisición de productos hechos con materiales de resinas no degradables. Y Casio jugaría en clara desventaja respecto a sus competidores, ya que la mayoría de firmas relojeras (claro, sin incluir las marcas de relojes "de broma") no suelen usar plásticos, hacen sus cajas de metal, sus armis de metal (o con correas de piel), y sus cristales de eso: de cristal, no de resina transparente.

Quizá sea esta una buena oportunidad, por tanto, para que en Casio se replanteen de una buena vez pasarse al metal, ofrecer algo más en sus módulos, y ser algo más consecuentes con el precio cada vez más elevado que piden por sus relojes. Vale más tarde que nunca.


| Redacción: ZonaCasio.com / ZonaCasio.blogspot.com