Los Casio LDF-10 y sus derivados (LDF-20, LDF-30, W-110...) siempre me gustaron. Son unos relojes estupendos, cargados de funciones y con una forma old-school maravillosa. Sin embargo, como en tantos otros, uno de sus puntos más flojos es su correa. En el caso de los LDF-10 es muy peculiar, porque a pesar de su anchura requiere unos pasadores muy pequeños para sus estrechas asas. Así que decidí quitársela, habida cuenta de que no puedes ponerle una estándar, y lo empecé a usar como "reloj de escritorio". Para ello le corté también las asas. Con una pila de cinco años de duración pensé que me iba a durar "toda la vida", pero ya veis, ni mucho menos, todo se acaba, y la pila también.
Me planteé usarlo como reloj de escritorio hasta que se terminase la pila, y durante las durísimas semanas en las que me torturaba la lumbalgia fue él, con su temporizador automático, quien me iba avisando para levantarme. Luego lo llevaría conmigo en la carpeta, mientras hacía un itinerario laboral por el antiguo INEM, y fue ahí donde acabó sus días.
Obviamente ya no le voy a poner pila, no merece la pena según es su estado, a pesar de haberlo desinvertido porque con el display en negativo (tal como venía de fábrica) no era de ninguna utilidad. El último "tributo" hacia él será incorporarlo en una de las imágenes de la próxima galería semanal, un relativo protagonismo para un reloj que lleva muchos años ya sin fabricarse, y que en su día compartió cartel con "pesos pesados" como los W-720. Sin embargo, casi por lógica, este LDF-10, orientado para un público femenino (el masculino era el W-110, aunque la verdad, a mí me gustan los dos), jamás logró hacerle ni sombra al W-720. La peculiaridad de sus cinco pulsadores laterales (uno con forma diferente), cómodos de operar, y un magnífico display de gruesos segmentos no fue suficiente para ganar muchos corazones. Sin embargo admito que a mí sí me enamoró. Su diagrama-guía de funciones, simulando circuitos eléctricos, me encantaba.
Mi pequeña maquinita vibratoria (no sé como ha sonado eso...), gracias por tu cariño incondicional durante tantas horas a mi lado.
| Redacción: ZonaCasio.com / ZonaCasio.blogspot.com
Muy emotivo. Ciertamente un reloj así merece un artículo así.
ResponderEliminarGracias Guti. Y con estas cosas siempre pienso: "si Casio quisiera..."...
EliminarYo también tengo un Casio AW-32, que además está hecho en Japón, que acabará en un cajón hasta no sé qué momento. El problema está en una de las asas. Si tuviese tiempo para meterme en la impresión 3D, quizás podría crear una réplica de la caja y así disfrutar del reloj.
ResponderEliminarHistoria muy bonita.
ResponderEliminarUn reloj cuando lleva una historia como ésta detrás, es más que una máquina.
Descanse en paz!
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ResponderEliminarY cuando le cortaste las asas, no sentiste que destruias o desguasabas el reloj? Yo nunca lo hibiera podido hacer sin tener dicha sensación desagradable de amputación
Lo que no entiendo es cómo funcionando aún le das por muerto y no le pones pila... ni que costasen un ojo de la cara. A veces escribes cada cosa curiosa...
ResponderEliminarNo es el coste de adquisición (¿tú todo lo mides según su valor monetario?), sino la contaminación que genera inútilmente. Adquirir la pila no es el precio, es un elemento contaminante que si se puede evitar, mejor.
EliminarTe recomiendo que te pases por aquí:
http://zonacasio.blogspot.com/2018/08/de-plasticos-pilas-y-baterias.html
Creo que es un problema extendido, lo que no tiene coste monetario es como si no tuviera coste. Si las tasas de residuos que pagamos fueran en proporción a su coste medioambiental, y una pila de botón costase 5€, todo sería más responsable. Parece que es la única forma en la que aprendemos.
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