Durante este mes muchos han vivido o vivirán el drama del regreso al colegio. No me refiero a la reticencia de los alumnos al constatar que se terminan las vacaciones, sino al drama de los padres que en muchos hogares se vivirá. Y es que si alguno ve el listado de materiales que tienen que adquirir para sus hijos puede desmayarse. Algunos superan los cuatrocientos euros en material, y otros están más cerca de los quinientos. Por fortuna hoy hay becas para libros, muchas más de las que existían en nuestros tiempos, pero aún así el desembolso es notorio. Libros pedagógicos, de idiomas, de cálculo, de apoyo del cálculo y de didáctica para el cálculo... Libros y más libros, redactados por "expertos expertísimos" con sesudos conocimientos, publicitados casi como si con ese libro al alumno no le hiciera falta estudiar. Por desgracia no es así, todo lo contrario.
Contradictoriamente todo ese material, todos esos avances (que incluyen también materiales accesorios como bolígrafos, manualidades y un largo etcétera) no han logrado lo que supuestamente prometen. Lo que sí han logrado es que editoriales y librerías (y ciertos colegios con dudosos intereses) se froten las manos porque ya tienen arreglado el año con las ventas de este mes.
Yo he dado clases a chicos y chicas con fracaso escolar, y también conozco muy de cerca los centros de adultos. Podría pensarse que esos centros de apoyo deberían estar vacíos con todos estos avances en pedagogía. Pero no es así, más bien al contrario, y a medida que la sociedad se ha ido tecnificando, informatizando y "complicando", los chicos y chicas que salen del colegio sin los mínimos conocimientos y, por supuesto, sin el título, aumentan cada vez más.
Para liarlo más los gobiernos intentan solucionar a golpe de ley y decretos lo que en su tozudez e ineficiencia no saben arreglar. El programa académico básico español, de las enseñanzas regladas incluida la maltrecha FP, es un caos.
Y si hablamos de las nuevas tecnologías, con cientos de miles de euros desperdiciados en ordenadores que ahora son calzadores de mesas y sillas, podríamos pasarnos horas sin quitarnos las manos de la cabeza del susto. Lo peor, lo realmente peor de todo, es que aquí nadie es responsable, todos echan balones fuera culpando a unos u otros y nadie dimite. Y es que van muy por detrás de lo que necesitan los chicos y chicas, nadie se preocupa en verlos a ellos y escucharlos, solo escuchan, se obnubilan y ciegan, ante las recomendaciones y consejos de sus asesores con pimposos membretes en sus tarjetas de presentación, muchos de los cuales llevan años sin salir al mundo real desde su recinto dorado en universidades o academias.
Cuando Casio revolucionó las aulas con sus relojes calculadoras, todos los niños de aquella época comenzaron a llevarlas, usarlas masivamente, enamorarse de ellas. En lugar de usarlas aprovechándolas para potenciar el aprendizaje de una de las piedras de toque en las escuelas (las matemáticas), los profesores y directores de centros comenzaron a temerlas y a prohibirlas masivamente. Qué paradoja: ahora las calculadoras se admiten hasta en los exámenes, e incluso se recomiendan ordenadores y tablets como apoyos en las clases, cuando antes ver una calculadora encima del pupitre suponía de inmediato echarte de clase y mandarte al pasillo. ¡Incomprensible! ¡Van más de veinte años atrasados ante lo que los chicos querían y pedían hace tiempo atrás!
Si muchos hubieran contado con ese tipo de incentivos y apoyos, ¿cuántos hubiesen aprovechado y mejorado sus notas, labrándose con ello un futuro mejor? Porque he aquí lo importante, lo crucial: cuando hablamos de educación, hablamos de la vida futura de esa persona, y si le hacemos que fracase, fracasará en su proyecto de vida con mucha probabilidad. Por lo tanto es algo muy serio y que no debería tomarse con la ligereza como se lo toman los responsables de educación que mueven los hilos y tomas las decisiones en la actualidad.
Hoy los relojes-calculadora han dado paso a los smartphones y smartwatches. A muchos de nosotros, los que tenemos ya más conocidos en el otro mundo que en este, ya casi no nos dicen nada, pero el caso es que a los chicos les encantan. El próximo año habrá una nueva oportunidad para que podamos dotar a las generaciones venideras de un futuro mejor. El smarwatch de Casio debería ser capaz de encandilarles como les encandiló en su día a los de mi generación el CA-53 de calculadora. Con él, su intrumentación y su conectividad, los chicos podrían no solo hacer mas digeribles las matemáticas, sino estudiar geografía o historia de una forma más didáctica, útil, provechosa y amena. Por supuesto, no estoy diciendo que cada alumno debería llevar un smartwatch (si les entusiasma, lo acabarán llevando, de todas formas), sino que elementos como ese podrían hacer que el coste de material escolar descendiese para las familias, y, a la vez, la atmósfera con la que estudian los niños fuera más enriquecedora.
Porque usar y recurrir a este tipo de tecnología no implica más gasto. A no ser, claro, que los políticos de turno "intenten llenarse la panza" y en lugar de software libre recurran a sus "grandes amigos" de Microsoft, Apple, SAP y todas esas alimañas, como normalmente las administraciones suelen hacer.
Por desgracia cuando nuestro anquilosado sistema de educación caiga en la cuenta de todo esto será demasiado tarde. Ocurrirá como con el reloj calculadora. Y el fracaso escolar seguirá siendo la eterna tarea pendiente.
| Redacción: Zona Casio
¡Qué tiempos aquellos! en los que para hacer consultas e investigaciones tenías que ir a la biblioteca del pueblo o de la ciudad junto con la enciclopedia de casa para averiguar información rápida, donde llevabas tú calculadora científica básica Casio FX-82 de tapa dura junto con un montón de libros colgados del brazo, acompañado siempre del reloj Casio digital de turno “para no llegar tarde a clase y para contar los segundos que faltaban para que terminaran las mismas antes de que te preguntarán algún ejercicio que no habías estudiado, los segundos se hacían eternos…” entre los que se incluía el reloj Calculadora Casio siempre tan practico y socorrido, eran otros tiempos, había que patearse media ciudad para buscar información para la preparación de los exámenes, en clase silencio absoluto, nada de móviles ni pijerías de las actuales, como mucho sonaba alguna vez la alarma del reloj digital Casio del graciosillo de turno para llamar la atención ante el aburrimiento de las clases, pero en termino general la gente prestaba atención en las aulas, atendía y preguntaba y la tecnología se usaba de manera natural y solo en los casos que era estrictamente necesario.
ResponderEliminarYo creo que tanta dependencia de la tecnología no es bueno, estamos creando unas generaciones de enfermos de las tecnologías sin las que la gente no sabe que hacer, en las clases se deberían utilizar lo justo, pero lo que veo actualmente me parece un abuso de la las mismas sin sentido ( La tecnología libera mucho tiempo a los profesores mientras los chavales se entretienen con los juguetitos) , antes con una calculadora sencilla y el reloj teníamos de sobra y ahora necesitan para lo mismo que hacíamos entonces en los años 70´y 80´ la potencia de calculo que utilizaba la NASA en los 80´ ¡Vamos! un absoluto despropósito para una generación que va camino de convertirse en autómatas.