Hace ya mas de tres años que escribí un post en este blog de Zona Casio titulado "Tu única alegría del día", sin darme cuenta que iba a ser premonitorio. En él contaba, y compartía de modo íntimo con todos vosotros (en esa confidencia que solo dan las publicaciones que llevan mucho tiempo funcionando y con lectores fijos y tan fieles como los que nos seguís y compartís, conmigo, esa pasión y afición por Casio) lo que suponía a veces para muchos de nosotros un reloj. Describía momentos y anécdotas en los cuales nuestro reloj se alzaba como ese pequeño refugio, que suponía lo único -o la única ilusión- que teníamos en ese momento. Nos agarrábamos a ese sentimiento como a un clavo ardiendo.
Dicen que es ahí, en esos pequeños detalles y hechos aparentemente tan sencillos, donde radica lo más importante y donde se encuentran los instrumentos que pueden marcar la diferencia. Y si esto es así -que no lo dudo- el reloj cumple todos esos requisitos, porque tiene esas características: es pequeño, está dedicado a algo tan "insignificante" como el tiempo, y es simple y barato. O al menos debería serlo, porque los mejores relojes no son los caros, no, esos son "otra cosa". Los que nos hacen compañía y con los que convivimos más plenamente, los que se convierten en nuestros compañeros, son esos Collection, esos G-Shock o Baby-G de no mucho mas de cien euros. Esos son los que realmente tienen vida o, más bien, les damos vida cubriéndolos de nuestros recuerdos y nuestras desventuras por el peregrinar de esta dura existencia.
En aquel post os contaba mucho de lo que nos transmitían aquellos relojes.
Hoy, dolorido en mi lecho mientras espero que la salud -o al menos parte de ella, a ciertas edades no se puede pedir ya demasiado- retorne a mí, las horas pasan en la compañía de otro fiel reloj. La alarma está activada para madrugar mañana, el cronógrafo, contando la última vez que recibí tratamiento, y el temporizador se ha quedado estancado en un número que recuerda mejores tiempos. Otros instantes, otros momentos. Cuando las penas eran menos penas, cuando hacía la comida conversando con mi madre, cuando tenía sueños casi infantiles que luego jamás se cumplieron. Eran otros tiempos en donde este lugar estaba cargado de vida, conversaciones y risas. Hoy todo se ha tornado en un profundo y pesado silencio.
Incluso ese año de 2013 de aquel artículo me parece hoy tan distante, tan lejano, como si lo hubiese escrito otra persona. Otra persona que desconozco y que vivía en otra piel. Otra persona que desde su inocente pasado me hace guiños mientras intento no mirarle directamente a los ojos para no tener que confesarle y decirle que no he conseguido nada de lo que le prometí lograr. De lo que me engañé a mí mismo con alcanzar.
| Redacción: ZonaCasio.com
Así es, uno de los aprendizajes de la vida, consiste precisamente en disfrutar de las cosas pequeñas, o que parecen pequeñas. Esos objetos y personas que tenemos siempre cerca, y que precisamente por eso infravaloramos, y no disfrutamos de ellas.
ResponderEliminarLa salud es lo mismo. Sólo nos damos cuenta de su importancia, cuando, esperemos que temporalmente, se aleja de nosotros.
Te comprendo perfectamente cuando pasé por algo parecido: Cuando estamos mal.
Y ocurre que a partir de ciertas edades, sin haber tenido nada antes, parece que todo viene de golpe. Supongo que son los achaques a los que nos tendremos que ir acostumbrando.
Te deseo una rápida recuperación amigo.
El reloj es el infatigable y fiel compañero de fatigas que nos marca la rutina diaria, la rutina que nos parece mantenernos imperecederos en el tiempo, en cuanto cambias dichos hábitos de conducta todo se precipita.
ResponderEliminarAdemás el reloj lleva consigo el recuerdo de la persona que te lo regalo con cariño o sencillamente el momento mágico en que lo viste en el escaparate después de desearlo y de quererlo durante tanto tiempo en tú mente y al final lo llevas contigo como si fuera parte de tu piel y de tu cuerpo, Sí, el reloj es como un órgano más del cuerpo que ha sido añadido por amor, por lo tanto muchas veces un reloj transciende y supera a su uso práctico para el que fue concebido
Con respecto a la salud solo decirte que te recuperes lo antes posible, cada vez que noto un parón en el Blog sé que algo no marcha bien; Bueno, aunque sea pesado ya sabes mí opinión y que hay que hacer para encontrar esa ayuda extra que todos necesitamos en los momentos más difíciles de la vida…:)
Un Saludo Bianamaran y ánimo que ya queda poco para estar en plena forma.
Quede algo preocupado cuando leí sobre tu salud pero leyendo los dos comentarios precedentes, pareciera que no es grave. En todo caso espero que así sea y que haya una pronta y plena recuperación! por aquí estamos a la orden por cualquier cosa. Ánimo!
ResponderEliminarA partir de los 35 comienzan los arreglos de "chapa y pintura". Es algo normal, tener siempre "alguna cosilla", empezando por las musculares, que te hacen pensar..."¡si esto no me pasaba cuando tenía 20!". Como afortunadamente la lucidez no vas a pasarla por el taller, Zona Casio no se verá resentida. En cuanto puedas mucho deporte Bia Namaran! que eso va muy bien. Además doy fe que cambios "shimano" como es debido no te faltarán. Y un Casio de tralla en la muñeca. De super tralla diría yo. Nada de mudmans, rangemans ni plásticos de lujo, no...nada de eso! Un F-91 por ejemplo es perfecto. Si me apuras un W-720 con cuenta regresiva ya sería un lujo.
ResponderEliminarÁnimo amigo y leña al mono que es de goma.
Muchas gracias por vuestra preocupación, os lo agradezco mucho. Estoy mejor pero no del todo y aún esto tiene para rato, así que si veis que el blog se para temporalmente ya sabéis por qué es. A ver en qué acaba todo y en las manos del Señor me quedo. Que Él nos sostenga a todos.
ResponderEliminarExcelente reflexión,me idéntifico al 100% con ella,ante todo deseo que tu recuperación no sea tardía y que a la vez que tu salud crece tambien lo hagan tús ánimos e ilusiones.
ResponderEliminarDurante mucho tiempo mi AE1200(descubierto gracias a tí,y regalado por mi hermana) me acompaña en la recuperación de una larga y dolorosa enfermedad y cada vez que lo miro me recuerda que duro lo hemos pasado, que cuantas vanalidades y utópicas ilusiones he dejado en el camino, enseñándome por lo que realmente vale la pena luchar y volverse a levantar una y mil veces y que seguro que el fin del mal está cda vez más cerca.
Animo amigo.Salud
Mucha fuerza y ánimo! Todo se supera.
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