¿Hacia dónde caminamos con esta tecnología?

Aunque tú lo ignores, miles de ojos te vigilan a diario.

Siempre me ha llamado la atención y causado cierta simpatía la filosofía de Guti. Él, un experimentado desarrollador con conocimientos profundos de uno de los lenguajes sobre los que se asienta la sociedad moderna (el C), y con realizaciones tan complejas, extensas y asombrosas como FileOptimizer, recurriendo y defendiendo al afeitado de épocas pasadas a cuchilla, a relojería mecánica y a la escritura manual con herramientas tan longevas y arcaicas como las plumas estilográficas. Y no es un caso aislado. Y no es el único. Cada vez hay más personas que piensan así. An Drekke ha dejado de utilizar G-Shock cuando se dio cuenta de que se estaban convirtiendo en caramelos de colores para niños, perdido buena parte de su filosofía y aumentando su precio de manera exponencial mientras se iban haciendo más y más exclusivos, para poder compensar los gastos derivados de hacer que las estrellas del cine y la música se los pongan. Ahora prefiere y usa un humilde Collection con el que se siente más identificado y a gusto.

Cada vez son más las personas que se dan cuenta del verdadero valor, uso y utilidad de las cosas, y que vuelven a los orígenes, a lo más clásico. Uno de los diseñadores expertos en el mundo del 3D más completos de España contaba no hace mucho que había reducido el uso de herramientas de esa tecnología a lo mínimo, solo cuando se lo requerían para algún proyecto. El caso es que tras adquirir costosísimos entornos de desarrollo 3D y de elementos afines, la industria había decidido actualizarlo y modificarlo dejándoles "colgados" y desactualizados. Llegó a pedirles en uno de los foros oficiales de ese tipo de herramientas cómo es que les hacían ese tipo de jugadas, a lo que le respondieron que era lo habitual en el mercado. Acabó con la sensación de estar haciendo el tonto, como si le estuvieran tomando el pelo. Y tras recapacitarlo detenidamente apagó el ordenador y decidió volver a trabajar a mano, con lápices, tintas y papel. Ahí no hay versiones "2,0", ahí lo que funcionaba antes, funciona ahora. Te gastas 200 euros en un set de pintura, pero tienes ese set todo el tiempo que quieras por mucho que pasen los años, hasta que se te acabe. Nunca caduca ni se queda obsoleto. Pero con un programa gráfico sea para 2D o 3D dentro de unos años te quedarás obsoleto, y tendrás que comprarte no solo un nuevo programa, sino un nuevo ordenador para que pueda tirar de él. Negocio redondo. Para las multinacionales, claro.




No nos "timan" solo en eso. El mundo de la bicicleta, al que conozco muy bien, es otro claro ejemplo de lo que se ríen de nosotros. Puede llevarse las manos a la cabeza quien compra una bici BH y luego descubre que se las fabrican los mismos que hacen marcas blancas como DTB (de la cadena Forum Sport). Resulta que por lucir el logo BH (o Emotion, que es el mismo) en tu montura puedes llegar a pagar cincuenta o incluso cien euros más que si compraras esa misma bicicleta con el logo DTB. ¡Incluso en muchas ocasiones -y lo he comprobado personalmente- las DTB vienen mejor equipadas que las "exclusivísimas" BH! Esto es a lo que nos ha llevado la globalización. Pero hay más: la cosa llega a ser tan hilarante, tan dantesca para el consumidor, que en DTB junto con la bicicleta te dan un manual, en donde vienen datos tan importantes como los pares de apriete, ¡y en BH no, encima de pagarles un precio hilarante por llevar su logo, tienes que descargártelo buscándote la vida desde la web! ¡Es de locos a qué extremos llegamos en esta sociedad consumista y mercantilista! Esto hace que uno se llegue a plantear muy seriamente: ¿se están riendo de nosotros en nuestras caras todas estas compañías?

En la película Halo Nightfall, los protagonistas se enfrentan a un combate por sobrevivir obligados a carecer de tecnología. Algunos de ellos lo pasan tan terriblemente mal que no son capaces de encontrar la manera de subsistir sin ella. Siempre que pienso en esto y en este mundo supertecnificado pienso y me acuerdo de los crackers. Antes tan odiados, hoy te los puedes encontrar a montones en Twitter o en Facebook. Ellos se sienten como pez en el agua con este escenario, ¡es su parque de atracciones! Estamos hiper-mega-controlados.


La cultura del "usar y tirar": muy bonito por fuera, nada útil por dentro.

Las administraciones públicas controlan tus citas, tus pasos, a donde vas y qué haces, incluso dónde estás. No hay ente público que carezca ya de cámaras de seguridad, escáneres y de medición y control antropométricos. Eso sin hablar de que toda, absolutamente toda nuestra vida, está dentro de un ordenador. Ya no hay un medio "físico", un archivador con una carpeta donde estés, ahora estamos "en la nube", nos han virtualizado. Nos han deshumanizado. Ya no somos una persona, solo somos un archivo en un servidor. Dicen que es por nuestra seguridad y comodidad, ¡mentira! Antes podíamos acceder físicamente a nuestros datos, ahora hay tantos registros y bases de datos que no puedes controlar dónde estás, tienen tus datos desde Facebook (incluso toda tu vida) hasta las agencias más insospechadas que te puedas imaginar, pasando por un sinfín de marcas dedicadas a los estudios de mercado con nombres tan raros y direcciones tan escondidas que solo personas muy específicas conocen su existencia. Y algunos dicen: "bueno, no tienes nada que temer si no haces nada malo", pero esa no es la cuestión. La cuestión es que no ayuda a nada que esto sea así, y no tenemos por qué estar al servicio de un gran hermano por mucha excusa de seguridad o sello de modernidad que le quieran poner, ¡pero es inevitable! Y esto es solo el principio de un futuro tan controlado el que nos espera que no podemos ni siquiera figurárnoslo, porque ni el mejor novelista se ha atrevido a contárnoslo.

Por eso no me extraña que haya personas que se planten y digan ¡no!. Quizá no puedan hacerlo en todo, porque hay una ingente cantidad de información (con organismos públicos y privados) que no controlan, pero sí en su vida diaria. La explosión del steampunk, de la filosofía retro, de la desactualización no es más que una manera de responder, sublevarse a todo esto.


No importa lo que digan las cartas magnas de los pueblos. Luego redactan leyes para dejar sus artículos sin efectos. Meros adornos bonitos para hacernos creer lo que no es.

Hace días se vivió un ejemplo de esta paranoia muy gráfico. El nuevo Windows 10, un sistema operativo que, aunque te lo compres, ya no controlas y sigue perteneciendo a Microsoft, no permite la desactivación de actualizaciones. Pero se dio el caso de que una de esas actualizaciones tenía un bug (un fallo, en el argot informático) que hacia que no se pudiera instalar y el ordenador se resetease. Así, como el sistema trataba de actualizarse con una actualización errónea (valga el juego de palabras), entraba siempre en un bucle infinito mientras los usuarios presenciaban atónitos cómo su flamante sistema operativo se les hacía aguas por todas partes.

La cuestión sería entonces si todo esto es lo que la gente realmente necesita, o es lo que el mercado nos quiere imponer y les interesa a ellos (gobiernos, "desgobiernos" y multinacionales, principalmente). Alguien decía que este mundo es como un espectáculo de marionetas manejadas por un loco, y no parece estar muy desacertado ese pensamiento. Lo único que nos queda es rebelarnos. Rebelarnos mientras podamos y nos dejen margen para hacerlo. Llegará el día en que el chip no vaya implantado en nuestro carné de identidad, sino en nuestro cerebro, y entonces sí. Entonces ya no podremos hacer nada. ¡Ah!, pero no nos dirán que es para tenernos comiendo en su mano. Ya se encargarán sus campañas de marketing en hipnotizarte a costa de repeticiones para hacerte creer que es por tu bien. Todo lo hacen por tu bien. Por eso nos quieren tanto, tanto tantísimo, que no les importa que haya más de medio planeta en la miseria.



| Redacción: Zona Casio