El mundo de la relojería, como lo hiciera el cine con los policías, ha mitificado la profesión de piloto de avión. Son la mayoría de marcas las que tienen productos (o incluso líneas enteras, como los G-Shock Sky Cockpit) con estética aeronáutica. Aun a pesar de que ya hace mucho tiempo que los relojes han dejado de ser un bien necesario e imprescindible en las cabinas de las aeronaves.
Casio no se ha ocupado solo de pilotos de avión. Entre su rica variedad dispone también de líneas para marineros (el último integrante el GWN-1000 Gulfmaster, como bien sabéis), para surfistas, para snowboards, para pilotos de coches, para rallies e incluso para submarinistas y submarinos (los GAC-100 están inspirados en el diseño de una escotilla). Paradójicamente, pocas marcas disponen de relojes inspirados o dedicados al mundo del ferrocarril, a pesar de que en este caso si algo ha sido vital en esa profesión históricamente ha sido, precisamente, el reloj.
Antes de la llegada del cuarzo en el ferrocarril era vital la exactitud. No solo por las molestias que se les podía causar a los viajeros que aguardaban en las estaciones, sino también por seguridad. Los trenes tenían que seguir un estricto control de paso por las estaciones, sobre todo en la época antes de la llegada de la informática, por el simple hecho de que varios trenes comparten una sola vía, y encontrarse uno con otro en el mismo trayecto ya os podéis imaginar en lo que se podía traducir. Por eso la precisión era vital.
Durante la primera mitad del siglo pasado llegaron a existir (e incluso hacerse populares) los relojes para maquinistas. Como tenían que ser piezas de una gran precisión, por regla general eran relojes de bolsillo. Por supuesto -y por lógica- el cuarzo acabó con todo eso, ya que cualquier reloj de cuarzo convencional era muchísimo más exacto (y robusto y fiable) que el mejor de los mecánicos.
También la tecnología ha mejorado y modificado enormemente el mundo del ferrocarril, y desde aquellas lentas y contaminantes máquinas a vapor que consiguieron que el hombre blanco dominara las amplias tierras de los Estados Unidos en el siglo XIX (se dice que la auténtica colonización de lo que hoy son los Estados Unidos se debe sobre todo al tren), se ha pasado a unos trenes limpios, y que durante muchos años fueron la única prueba palpable de la potencia y ventajas de los motores eléctricos. Y es que la energía eléctrica como fuerza motriz quedó relegada al ostracismo tras perder en la pugna con el petróleo a principios del anterior siglo. No sería hasta hace solo un par de años que volvería a tener un cierto protagonismo y una cierta presencia con coches eléctricos como los Nissan Leaf o los Volkswagen E-Golf, además de con los denominados "vehículos de autonomía extendida", que son lo más parecido al sistema que durante decenios han venido utilizando las locomotoras de tren más potentes del mundo: un motor de combustión que no funciona para mover las ruedas, sino que actúa sobre un generador para activar motores eléctricos, que son los encargados de hacer la fuerza. Si no fuera así muchos de los enormes trenes con cientos de metros de vagones no podrían siquiera reemprender la marcha si se detuvieran, dada la ridícula fuerza de empuje (par motor) que los motores a explosión poseen (incluso los diesel) si se les compara con el brutal par del motor eléctrico el cual, y no lo olvidemos, despliega toda su potencia desde parado, mientras que los motores a combustión sólo consiguen su máximo par a determinadas revoluciones del motor y, para alcanzarlo, debemos hacer trabajar al motor hasta esos giros (por eso es tan problemático arrancar un motor en pendientes o bajo carga).
Con todos estos precedentes y esta vinculación histórica que tienen entre sí el tiempo, la exactitud y el ferrocarril, ¿no sería lógico pensar que deberían existir muchos relojes con estética o una cierta imagen o guiño hacia este mundillo? Y sin embargo eso no ocurre.
Por desgracia en los últimos años el tren, ese medio de transporte tan eficiente y con tan poco impacto medioambiental, ha ido perdiendo protagonismo a pasos agigantados en declive del transporte por carretera. Hemos ido viendo cómo se desmantelaban líneas ferroviarias enteras, se cerraban estaciones e incluso se eliminaban trayectos rentables. En algunas ocasiones, por fortuna, eso al menos se ha traducido en las llamadas "vías verdes", todo un entramado de caminos que se aprovechan no sólo para el disfrute de la naturaleza en bicicleta o caminando, sino para el recuerdo de la historia de muchos de los ferrocarriles que, durante años, servían como el eje principal y central para unir comunidades.
Casio, en su línea G-Shock, tuvo un guiño con todos los amantes del ferrocarril, con todos los seguidores del vapor, mediante su bonita serie Steampunk. Eran los GA-300, con preciosas versiones como la GA-300A-2A, la GA-300A-1A, o la fantástica GA-300BA-1A. Han sido de las pocas marcas que ha tenido el valor (y el detalle) de traer a la actualidad el mundo del tren, y de permitir que cualquier aficionado pueda hacerse (aún hoy se pueden encontrar los GA-300 con bastante facilidad) con uno de estos relojes. Creo que cualquier amante del ferrocarril, cualquier coleccionista de la historia de los trenes (que hay muchos) debería hacerse con uno de ellos. No solo porque disfrutaría enormemente con su estética mecánica, de engranajes y de tecnología, sino porque es toda una incógnita el saber cuándo volveremos a tener la oportunidad de disfrutar de unos relojes así de nuevo, con el mundo del ferrocarril como uno de sus ejes o temáticas centrales.
Otro gran acierto de Casio con sus GA-300 fue el elegir un movimiento ana-digi con agujas. Los relojes analógicos fueron, durante largos años, el apoyo perfecto de los maquinistas, revisores y jefes de estación, y ese toque clásico en el GA-300 le viene de perlas. Todo ello sin prescindir de las ventajas y virtudes de los modelos digitales, con una completa parte de LCD que nos recuerda también la elevada tecnología de los trenes de viajeros actuales, como los metros o las líneas de alta velocidad, y que gracias a la cual este modelo puede ofrecer un temporizador de 24 horas, o un cronómetro de 1.000. Para entretenerte de sobra en tus trayectos en tren.
Como ves, los GA-300 aúnan lo que debe tener todo reloj actual: utilidad sin dejar de lado el impacto visual, la estética y la belleza. Y sin olvidar, por supuesto, la robustez, que por algo son G-Shock. Y encima a un precio que, creo, casi todo el mundo se lo puede permitir. Aunque sea ahorrando un poco cada mes.
| Redacción: Zona Casio
¡Joder, que articulazo! ¡Me encantan los trenes!
ResponderEliminarUn bonito artículo de aquellos que aúnan romanticismo con reflexión.
ResponderEliminarAunque entiendo que en un blog dedicado a Casio estaría fuera de lugar, me habría gustado una mención a los relojes de estaciones, o porqué no, a marcas actuales, que si tienen sus propios homenajes ferroviarios.
Muchas gracias.
ResponderEliminarEn efecto Guti, hay marcas que tienen determinados modelos dedicados al mundo del tren, pero como bien dices estaría fuera de lugar aquí. Relojes de estación (por desgracia cada vez quedan menos) seguro que habrán tocado la multitud de revistas que se editan del sector (o se editaban, no se como estará la cosa ahora después de la crisis...).
El problema de hablar de otras marcas es que si empiezo a hablar de ellas se me va la inspiración, jejeje, lo reconozco, hay pocos relojes como Casio que me toquen la fibra sensible. Creo que eso lo compartimos también muchos de nosotros, ¿verdad?
Un artículo de matrícula de honor.
ResponderEliminarQue mala suerte han tenido las demas marcas de no tener entre sus filas de fans a un entusiasta de esta magnitud.
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