A veces compramos relojes e invertimos bastante dinero en modelos con cajas resistentes, con duros cristales minerales, y con resistencia a las inmersiones en el agua, a los golpes e incluso al magnetismo y a las fuerzas centrífugas, pensando que será nuestro reloj definitivo y al que recurriremos si ocurre un cataclismo a nivel mundial, o incluso nacional. Pero en muchas ocasiones nos olvidamos de algo esencial: sus pilas.
Compramos esos relojes con pilas de tres, cinco o incluso diez años de duración, creyendo que así van a estar con nosotros y nos van a servir fielmente mientras dure un terrible conflicto bélico. Pero pongámonos en esa terrible situación -que deseo fervientemente que ninguno tengamos que sufrir-. Imaginémonos que tenemos ese reloj y pongamos que posee la cifra más generosa para la duración de su pila: una de diez años. E imaginémonos que dura esos diez años (algo que no siempre pasa, no conozco muchos módulos que, usados todos los días, duren tal cantidad de años, algunos se quedan cortos en uno o en un par de años).
Imaginémonos por un momento que estamos en España en plena década de los años treinta del siglo pasado, o en la Alemania nazi. Puede que tengamos la mala suerte de tener ya nuestro reloj con una pila gastada, y a cuya vida útil sólo le reste un par de años, pero no seamos negativos: supongamos que sólo un par de años antes de estallar el conflicto le hemos puesto pila nueva.
A esos diez años tendremos que restarle los de la propia guerra (usando como ejemplo los dos conflictos anteriores, la Segunda Guerra Mundial duró seis años). A eso hay que añadirle los años de penuria y de escasez de absolutamente todo (en la Guerra Civil Española los años de racionalización casi extrema fueron más de diez, eso si no contamos los que fueron al exilio y sufrieron en sus carnes las dos guerras). No hace falta ser muy listo para suponer que la pila de gran volumen de nuestro reloj supuestamente "preparado para todo" hubiera dicho adiós y nos hubiera dejado colgados en el momento más inesperado e inoportuno, cuando la posguerra estuviera aún en su momento álgido.
Pero sin necesidad de hacer tanto esfuerzo imaginativo, muchos han vivido muy de cerca todo esto que os cuento, en las consecuencias de la grave crisis económica de España y la hambruna que ha dejado sobre miles de españoles de la antigua clase media y baja. Hará cosa de unos dos o tres años me escribía correos con un antiguo compañero de trabajo, el cual me decía que había dejado de usar su reloj de muñeca. La razón no era otra que, simplemente, no tenía dinero para pagar las pilas. Puede parecer extraño que en el mundo en que vivimos (y en un país como España) alguien esté en una situación tan extrema, pero la realidad es así, lamentablemente, para un gran número de personas. Cuando no puedes llegar ni a mediados de mes, cuando tienes que mandar a tus hijos al colegio sin desayunar (por fortuna, hay ONGs que han abierto comedores para darles el desayuno gratis a los niños antes de ir a la escuela), el "derrochar" dos o tres euros en una pila es algo que te lo tienes que pensar. Quizá en otro momento de la vida ni te lo hubieras planteado, quizá para muchos signifique una suma insignificante, pero para otros tres euros significan poder comprarse el pan del día. Y claro, entre pan o pilas botón, obviamente se inclinan por el pan.
El chico este del que os hablo tenía un reloj, concretamente un Viceroy, cuya duración de pila era de tres años "de forma oficial" (sé por experiencia que en los Viceroy duran bastante menos), y cuando se le agotó tuvo que recurrir al reloj de su móvil y arrinconar su reloj de muñeca.
Muchos argumentaréis que la mejor solución a ésto es disponer de un buen reloj mecánico. Bueno, esa sería una buena solución para los tiempos en los que el cuarzo no existía, y en los que no había más remedio que recurrir al movimiento mecánico, pero ¿confiarías tu vida a un reloj tan inexacto, que pueden afectarle tantas cosas y cuyo funcionamiento depende de que te muevas o de no olvidarte de darle cuerda? Por supuesto que no, y por eso hasta en el ejército de los Estados Unidos recomiendan el uso de relojes de cuarzo en sus operaciones militares (aquí hemos traído bastante documentación al respecto).
La verdad es que los relojes de cuarzo, en lo que a escala de tiempo histórico se refiere, no tienen mucha antigüedad. Han aparecido hace "cuatro días", y no han vivido conflictos graves. Pero baste señalar que los países que están en conflicto desde hace años (africanos, principalmente) cuando miras las muñecas de soldados y población todos llevan modelos de cuarzo.
La mejor solución, retomando el asunto que exponíamos al principio, parece ser el reloj solar. Más o menos siempre podrás recargarlo, y más o menos siempre podrá funcionar. Puede que tengas que pasarte en un búnker tres o cuatro meses, en el peor de los casos, pero con la autonomía de once o doce meses que tienen muchos de los Tough Solar de Casio no deberías tener problemas. En último término, también podrías recargarlo con luz artificial.
Asimismo, puede que después de ocho (o pongamos diez) años de conflicto, y de una posguerra de otros diez o veinte años en donde no puedas comprarte ni un chicle (o donde ni siquiera haya repuestos "de lujo" como pilas botón) tengas el acumulador tan extrujado que esté hecho una piltrafa. Pero aunque únicamente te recarge a nivel medio (o incluso bajo), podría aún acumular suficiente energía como para mantener el cuarzo en funcionamiento y visualizar la hora (sobre todo si es digital).
De modo que sí. Entre nuestras pertenencias de urgencia, las mínimas que nos llevaríamos con nosotros en caso de catástrofe por si la vida nos da un revés o ante un cataclismo, todos deberíamos tener un modelo Tough Solar. Puede que no nos salve el día, pero cuando necesitemos saber la hora precisa, cuando recurramos a él, allí estará. Es de las pocas cosas seguras que tendremos, y eso puede hacer mucha diferencia. Recuerda que en situaciones extremas un pequeño detalle puede suponer tu salvación y la de los tuyos.
| Redacción: Zona Casio
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ResponderEliminarY eso si no ocurre un apocalipsis zombie, donde todo se deje de fabricar... ya en serio, en el escenario planteado en el articulo, preferiría un kinetic o algún otro similar, lástima que casio no produce un g shock así
ResponderEliminarLeyendo el reportaje, no tenía ni idea de como iba a terminar, como en las buenas novelas, el final no era predecible. Y la verdad me gustó la moraleja.
ResponderEliminarEs verdad, que a veces nos deslumbramos por algo más llamativo y no tenemos en cuenta los pequeños detalles.
Luego, más adelante, podemos echarlo de menos.
Es verdad, yo tambien estaba leyendo leyendo y no sabía muy bien por donde iba a salir.
ResponderEliminarLo que no me gusta es el mensaje que se da como si todos los Tough Solar fueran G-Shock, hay Toug-Solares muy buenos que no son G-Shock, como los WS210.
Que estupendo artículo,verdaderamente no me esperaba el desenlace.Para un conflicto mencionado(ojalá que nadie lo sufriera o sufra) me llevaría dos f91 con las pilas nuevas o tres.
ResponderEliminarDesgraciadamente cada vez es más común ver gente que a la que un cambio de pila de un reloj le resulta un lujo;y como ciudadano preocupado por lo que les sucede a mis semejantes quisiera ilustrar lo mencionado con dos ejemplos:
1-En un bazar próximo a casa los chinos hacen el cambio de bateria gratis al comprarles la pila(0,60€),se sacan su kit relojeril su lupa,pinzas,jaxa.... y venga que tienen cola y cargandose las relojerías de toda la vida.
2-Hace unos meses dando una vuelta por el mercadillo en un puesto ofrecían dos relojes de cuarzo(epson) bastante resultones a 5€, pues cola,claro, pero casi nadie se llevaba los dos la gente estaba compartiendo gastos y se compraba uno.
Por cierto cambio de pila a un reloj marea en el C.I 10€ el reloj me costó 15€.
Muchas gracias por este blog que se ha convertido en lectura diaria obligatoria.Enhorabuena,saludos
Pues todavía hay gente que pensará; "Yo, con el móvil"
ResponderEliminarya te digo, las infraestructuras serían delo primero en caer.
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