Bajo este llamativo título, Andrew Tarantola escribía el pasado día 12 un interesante artículo en Gizmodo, explicando lo que todo el mundo (más o menos) ya sabe: que por muy caro que sea un carísimo reloj automático o manual, jamás podrá llegar a la exactitud de un simple Casio de 10 o 20 euros.
El autor explica la historia de los primeros relojes de bolsillo (no confundir con los primeros relojes que funcionaban, que, como hemos contado muchas veces aquí, iniciaron su andadura en los monasterios), allá por el año 1505, que se usaban como adornos o "baratijas" por las clases altas, y que eran conocidos como "taschenuhr" (que no es más que "reloj de bolsillo" en alemán, por cierto). En el artículo ponen un ejemplo muy gráfico: más o menos eran como los chihuahuas son hoy para muchas clases altas.
Estos mecanismos fueron mejorándose con resortes en espiral, cintas metálicas de torsión ("la cuerda") que almacenan la energía con la que funciona el reloj. Con el tiempo, la oscilación y la inercie, unida a la fricción, hace que pierdan cualidades, y ahí está el problema. Otro problema es la temperatura, ante la cual se ven afectados las diferentes piezas que conforman el reloj, a lo que hay que unir los desajustes por magnetismo, cada vez más presente en multitud de aparatos de uso diario.
El movimiento electrónico de cuarzo se basa en la oscilación de un cristal (cristal de cuarzo piezoeléctrico), que aprovecha sus propiedades de vibración cuando se le somete a presión, en este caso, a contracción y expansión. Esta frecuencia es específica, y no depende por tanto ni de engranajes, ni de péndulos. El tamaño y forma del cristal de cuarzo determinará la frencuencia, conocida como frecuencia de resonancia, medida en kilohercios. Los primeros relojes de cuarzo funcionaban con cuarzo natural, sin embargo en nuestros días casi siempre se usa cuarzo sintético.
La alta estabilidad de estos osciladores de cristal -adecuadas para los relojes- fueron desarrolladas en 1928 por Warren Marrison, de Bell Telephone Laboratories, y se ha convertido en el método más fiable y extendido de medir el tiempo en el mundo entero. Los elementos de cuarzo más desarrollados, que pueden perder del orden de un segundo cada 30 años, es infinitamente más preciso que el más fiable movimiento mecánico. Por esta razón es comprensible que más de dos millones de osciladores de cuarzo se fabriquen anualmente para el uso en relojes, circuitos electrónicos y transceptores de radio.
Actualmente los osciladores de cuarzo vibran a 32.768 Hz (o 2^15 ciclos por segundo), y están construidos intencionadamente para ir muy rápido, de modo que puedan generar un determinado ciclo de oscilación en un corto intervalo regular. Esto permite al fabricante poder medir y almacenar esas oscilaciones en la memoria no volátil del chip del reloj, obteniendo una información precisa sobre la medición del tiempo, en lugar de gastar en un cristal más preciso. Además, incluso los relojes más baratos están diseñados para soportar cambios de presión, vibración y temperatura, contando muchos de ellos con compensación de inhibición.
Por ello, al igual que los relojes mecánicos superaron a los relojes de sol y de agua, ellos también se han visto superados por los más exactos relojes de cuarzo.
| Redacción: Zona Casio
Como comparativa, mientras que tal y como indicais un cuarzo oscila a 32.768 Hz, los mejores automáticos lo hacen a 28.000 bpm (beats per minute), es decir, del orden de 100 veces más despacio.
ResponderEliminarMmmm la mayoría de los mecánicos están entre 21000 y 36000 bph beats Per hour, no por minuto, unos 4hz, o sea casi 10000 veces más lento que un Quartz estándar
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