Nuevos Sheen SHE-4025; para las amantes de los árabes

Cuando digo "amantes de los árabes", no me estoy refiriendo para quienes les guste ese pueblo como tal, sino, obviamente, a los números árabes (o arábigos). Aunque en realidad no proceden del mundo islámico, puesto que los árabes los llaman "números indios". Pero tampoco proceden de la india, sino más bien se cree que tuvieron su desarrollo a partir de los chinos.

Los números arábigos, aparte de ser una numeración de base diez, la más utilizada y la que propició el desarrollo de las matemáticas modernas, tienen como gran revelación el poseer cero. De hecho los indios y chinos poseían el cero antes de que ese concepto matemático como tal fuera conocido para los occidentales. Parece un hecho banal, pero no lo es. La numeración romana (y el mundo romano por tanto) desconocían el cero, realmente ni lo tenían entre sus números. De ahí que las horas en la esfera del reloj tengan como signo central el 12, mientras que, como sabes, en la notación de veinticuatro horas sí conocen el cero (las "00" horas, que son justo a partir de las 24). Los segunderos digitales también conocen el cero (parten siempre de "00"), mientras que los segunderos arábigos, al tomar el formato de las esferas romanas (que son las originales), parten del "1" (del 12 se pasa al 1 y no al 0).



Todo esto puede parecer bastante obvio, pero en realidad es muy complejo, y la prueba de ello es que se tardó siglos en descubrirlo. Porque ¿cómo descubres algo que no existe (el cero) si nadie te ha hablado de él? Los romanos sí entendían el concepto de nada (nada es nada, no tener nada), pero no el vacío representativo del cero. Un buen ejemplo de todo esto es el pensamiento y lectura mental. Hasta la introducción de la oración mental por parte de los monjes en los monasterios, y con ello el primer conocimiento de las ciencias (y que fue la génesis de las universidades de hoy), los hombres desconocían ese tipo de pensamiento. En una sociedad donde hasta leer y escribir era una ventaja reservada únicamente a una élite muy concreta, no es extraño que algo tan simple como leer para sí y recapacitar en uno mismo fuera algo que se saliera de lo común.

Aunque existen indicios de que sí había determinadas civilizaciones que conocían esta forma de leer, casi todos los historiadores coinciden hoy en día que era algo muy restringuido y excepcional. De hecho, hasta los primeros siglos de la edad media los textos se escribían sin signos de puntuación, sin pausas para respirar y sin espacios.

La numeración romana también se diferencia de la arábiga por ser una numeración subaditiva, y no posicional. Esto quiere decir que las cifras se añaden o substraen entre sí para conformar la cifra final, mientras que en la numeración arábiga es la posición de cada glifo (cada "signo") la que determina el valor del número.

Con todo ésto es fácil entender que no existen relojes arábigos como tales, puesto que todos parten de los relojes romanos, dividiendo el día en doce horas; lo mismo que no existen relojes digitales romanos (por existir, podrían existir, pero me refiero a que en origen no son así). Los auténticos relojes arábigos son los digitales, mientras que los relojes analógicos son todos romanos (aunque en la esfera veamos dígitos árabes). No es extraño, puesto que el reloj del que parten hoy en día todos los relojes analógicos del mundo fue un invento de los monjes benedictinos, y ellos -como acabamos de explicar- usaban la numeración romana.

Por ello, cuando te digan que tu reloj analógico es romano, aunque disponga de números arábigos o cualquier otra marca en la esfera, estarán totalmente en lo cierto. Es un reloj romano pero con una representación visual diferente, pero romano.


Dejando la apasionante historia relojera aparte, y entrando de lleno en estos preciosos modelos de la serie femenina Sheen de Casio, destacan en ellos, (aparte de su diseño arábigo y sus marcas de división en la parte superior e inferior), su tecnología Tough Solar, así como la decoración con cristales Swarovski en el bisel. Son tres los nuevos modelos: el SHE-4025SB-7A (números en azul); el SHE-4026SB-7A (números dorados), y el SHE-4026SBD-4A (números plateados y pulsera de metal).

Todos ellos son resistentes al agua, poseen una caja íntegramente de acero, y una ventana de datario para el número del día, así como una pequeña rosa de los vientos a las nueve.

También disponen de función de alerta de batería baja (la batería a carga completa puede durarles hasta los ocho meses), y su precisión es de +/- 20 segundos por mes. Su tamaño es de 42 X 34 X 8,1 mm, con un peso de 81 gramos para el modelo en metal, y un peso de 46 gramos para los modelos de pulsera de resina. Y, en efecto, decimos "pulsera" y no correa porque la pulsera estrena el nuevo material de Casio que ya tocamos aquí en alguna ocasión anterior, aunando las características de la ligereza y belleza del material de la resina, con la durabilidad a los golpes y a los arañazos.

Como puedes ver, también la célula solar ha sido teñida de diferente color, consiguiendo con ello un resultado espectacular.

Por cierto, no hay que olvidar tampoco que uno de sus puntos fuertes, más que en otros modelos incluso, es la tecnología de acumulador. La razón es bien sencilla: en este tipo de relojes, la mayoría de las veces, por tamaño, el fabricante está obligado a incorporar una pila de baja capacidad (con una duración de un par de años más o menos). Gracias a que son solares, podemos evitarnos el cambio de pila tan poco tiempo, lo que es una característica a tener muy en cuenta.

| Redacción: Zona Casio