RelojesDeModa.com

5.21.2013

¿Puede el reloj desvelar nuestra personalidad?


En una ocasión me encontré en casa de una señora un reloj de gran valor (como no era de Casio, no voy a decir la marca que era). Había sido un regalo de su hija, y lo tenía guardado con sumo cuidado en su caja original. Lo más curioso es que esta señora no llevaba reloj, no tenía ninguno, excepto aquél. Pero por alguna razón ese reloj no se lo ponía. No es que le tuviera un gran cariño y temiera romperlo, ni tampoco que le gustase conservarlo. Aquél reloj tenía "algo" que no le hacía estar a gusto con él.

Son muchos los usuarios de relojes que escriben en diferentes foros anunciando ventas de relojes que acaban de comprarse, o dejando evidente su decepción ante un modelo muy buscado pero que, una vez en sus manos, hacen lo imposible por deshacerse de él. Y esto me ha hecho recordar un W-94 que tuve a principios del año 2000. Nunca me sentí a gusto con él, y fue uno de los pocos modelos que me alegré al ver que su correa estaba rota y, con ello, encontrar una excusa para no usarlo. Seguro que vosotros tenéis anécdotas semejantes con algún modelo.



¿Por qué hay relojes que, a pesar de su valor, pareciera que los rehuimos? ¿Por qué algunos modelos te hacen sentir tan mal a gusto? Está claro que el reloj es mucho más que un accesorio. A diferencia de un bolso o un monedero, el reloj va ceñido a nuestra piel, en contacto directo con nuestro cuerpo. Es como una parte de nosotros, una extensión. Entra dentro de nuestro ámbito más personal. Y, a diferencia de un pendiente, un colgante o una pulsera, que también las llevamos en contacto con nuestra piel, un reloj es funcional, es práctico. Es útil. Podemos hacer un símil con un teléfono móvil: un smarphone es algo que compartimos, que va con nosotros pero que también usamos "de cara al exterior" (para enseñar fotos o vídeos, o para compartir música o intercambiar archivos).

Un smartphone "se desprende" fácilmente de nosotros (y muestra de ello son los millones de estos aparatos que se pierden cada año), sin embargo un reloj va anclado a nosotros. Es más íntimo. Por eso su valor, aparte del económico, suele ser, en gran medida, sentimental.


Así, no resulta extraño que en regímenes totalitarios, como el de la antigua URSS, hubiera relojes "del partido", que se regalaban a aquéllos altos funcionarios para mostrar y dar a entender su pertenencia y compromiso con ese Partido. En algunos países se regalan relojes a los policías por su jubilación, y era habitual que algunas empresas hicieran lo mismo con sus empleados. El reloj es un signo de pertenencia y de identidad como lo puede ser un tatuaje. Hay muchos ejemplos de esto, como los relojes G-Shock que identifican a personas dentro de una amplia comunidad con corrientes de pensamiento o gustos muy concretos. E incluso hubo momentos, no muy atrás en el tiempo, en donde se nos diferenciaba o calificaba según fuera nuestro reloj digital o analógico. Quienes portaban uno digital eran considerados, por ser este dispositivo un ejemplo de lo último en tecnología, como una persona amante de la sofisticación, un "friki", en contraposición con los más clásicos y habituales analógicos.


Un reloj es un espejo de nuestra más profunda psique y, en cierto modo, de nuestro subconsciente, de parte de nuestra alma. Las personas más inseguras que he conocido solían llevar relojes duales (analógicos y digitales), porque temían quedarse con el mecanismo de agujas (o el LCD...), estropeado, o necesitar en algún momento un reloj de uno u otro tipo. Los relojes más caros (aunque es muy injusto generalizar en este tipo de cosas, obviamente), los he visto en las muñecas de las personas más soberbias y vanidosas, mientras que los modelos digitales y solares suelen hacer "mejores migas" con la gente que ama la naturaleza, que disfruta al aire libre y que se sienten más comprometidas con causas sociales o medioambientales de todo tipo.

Lógicamente, probablemente serán muy pocas las ocasiones en las que acertaremos si nos ponemos a juzgar o catalogar a las personas partiendo únicamente de sus relojes, pero cuando conoces a muchas de ellas acabas encontrándole la razón de por qué usan o por qué les gusta determinado modelo de reloj. Y es que un reloj es mucho más que un complemento o un objeto opcional y secundario. Su uso encierra muchas más claves, las cuales a veces ignora, o pasa por alto, su propio dueño. Pero están ahí, y es muy interesante descubrirlas.


| Redacción: Zona Casio

3 comentarios:

  1. Este blog es la caña, nunca dejais de sorprenderme. me encantan los articulos tan cuidados y variados que haceis.

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  2. Me ha sucedido dos tres veces (dejando de lado obviamente los relojes de regalo, que es dificil para alguien dar en el blanco de por si) y una de ellas con casio, precisamente. No recuerdo el modelo exacto pero recuerdo que era un tri graph con caratula blanca, me decepciono el hecho de que las grafiquitas fueran tan pequenas e inutiles realmente, y termine amarrandolo en el manubrio de mi bici, de donde desaparecio un dia ignoro porque. El caso mas patetico fue sin embargo con un rodolphe de longines, que cuando estaba en el bachillerato veia en la vitrina de una joyeria cercana a mi casa, lo veia y lo veia y me encantaba, me parecia el epitome de la elegancia, hasta que muchos años despues lo pude comprar a un precio altisimo, y fue tal la decepcion que aun hoy de viejo me pregunto como me pudo gustar una cosa asi.

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  3. Preciosas imágenes, me quito el sombrero por vuestro buen gusto.

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